lunes, 17 de noviembre de 2025

SINOPSIS: El velo de Elyndor 4

 

馃寫 SINOPSIS OFICIAL – TEMPORADA 4

“EL GUARDI脕N DEL FONDO”

Mucho antes de que Hogwarts levantara sus torres, Salazar Slytherin descubri贸 algo que no pertenec铆a al mundo de los vivos. Un eco antiguo, una conciencia primigenia que habitaba en una grieta de magia oscura bajo los cimientos donde luego se construir铆a la escuela.

Temiendo que incluso Godric, Helga y Rowena fueran seducidos por esa presencia, Salazar sell贸 el abismo en secreto, erigiendo una c谩mara impenetrable y dejando tras ella a un guardi谩n monstruoso —el basilisco— no para atacar nacidos de muggles, sino para evitar que la criatura escapara.

Durante siglos, la entidad permaneci贸 dormida… observando.

La derrota de Kael Tharion.
La ca铆da de Azel.
El despertar y la extinci贸n de Noctyra.
El cierre del Velo.

Cada evento reson贸 hasta lo m谩s profundo de la C谩mara.
Y ahora, con las energ铆as del mundo m谩gico debilitadas,
algo vuelve a moverse en la oscuridad.

Una semana despu茅s de la batalla contra Noctyra,
Hogwarts sufre un temblor m谩gico.
Madrigueras de serpiente aparecen en los muros.
Susurros en un idioma imposible se cuelan en sue帽os de los estudiantes.

La Orden del F茅nix y la Orden de Elyn son convocadas…
pero lo que creen ser un simple brote de magia antigua
es el regreso de un enemigo sellado hace mil a帽os.

Un ser sin nombre.
Un pensamiento viviente.
Una inteligencia que se alimenta del miedo colectivo.
El verdadero secreto de Slytherin.

Frank, Naomi, Brendy, Harry, Hermione, Newt, Tina y Theseus deber谩n unir fuerzas para descifrar el legado perdido de los Fundadores, mientras una nueva facci贸n surge desde las sombras:

Los Herederos del Fondo — descendientes de seguidores secretos de Salazar, obsesionados con liberar a la entidad para que purifique el mundo de la “corrupci贸n emocional”.

Mientras Hogwarts se fractura entre planos,
y pasadizos imposibles aparecen bajo las aulas,
Naomi descubre que la criatura no s贸lo despierta:
est谩 recordando.
Recordando a quienes la sellaron.
Recordando el poder del Velo.
Recordando el alma humana…

Y quiere lo que Noctyra no pudo tomar:
la canci贸n completa del mundo.

El destino final se decidir谩 en las profundidades del castillo,
en una versi贸n de la C谩mara de los Secretos que ni Salazar se atrevi贸 a nombrar.

El Guardi谩n ha muerto.
La prisi贸n se debilita.
La oscuridad ancestral extiende sus ra铆ces.

Y mientras las paredes susurran, un mensaje emerge:

“El primer secreto fue una advertencia…
pero el 煤ltimo ser谩 un legado.”

El velo de Elyndor 3 - Noctyra la voz del silencio

 Cap铆tulo 1 – Tres a帽os despu茅s


El amanecer se desplegaba sobre los torreones de Hogwarts, dorando las piedras centenarias con una luz tibia y esperanzadora. El lago reflejaba el resplandor del sol naciente como un espejo l铆quido, y por un instante, el mundo parec铆a en perfecta armon铆a.

Tres a帽os hab铆an pasado desde la batalla final contra Azel Tharion… tres a帽os desde que el Vox Caeli reson贸 por 煤ltima vez, purificando el cielo y sellando el Velo.

El colegio hab铆a renacido. Las cicatrices de la guerra se convirtieron en leyendas que los estudiantes ahora escuchaban en los pasillos, con la misma fascinaci贸n con la que se hablaba de la C谩mara de los Secretos o del propio Dumbledore.

En el aula de Pociones...

Las antorchas parpadeaban suavemente mientras Naomi, ahora profesora de Pociones, observaba a sus alumnos desde la parte frontal del aula.

Su presencia era serena, pero magn茅tica. Sus ojos, tan profundos como la noche antes de un conjuro, reflejaban la sabidur铆a y la calma de quien hab铆a mirado el abismo y hab铆a decidido crear luz.

—“Recuerden —dec铆a con voz firme—, la alquimia no es transformar la materia… sino comprender el alma de las cosas.”

Un joven de primer a帽o levant贸 la mano, nervioso.

—“¿Profesora Naomi, y eso tambi茅n se aplica a las emociones?”

Naomi sonri贸.

—“Exactamente. Las emociones son la materia prima m谩s vol谩til. Si las dejas escapar, destruyen tu poci贸n… y a veces, tu coraz贸n.”

Los alumnos rieron suavemente.

Naomi baj贸 la vista al caldero de su escritorio, donde una sustancia violeta herv铆a lentamente.

Un aroma familiar la envolvi贸, record谩ndole el laboratorio de Nicolas Flamel en los Alpes, y las tardes de estudio bajo su gu铆a.

“La piedra no es el poder, sino el reflejo del alma que la toca…”

Las palabras del alquimista resonaron en su mente.

Mientras apagaba el fuego, mir贸 por la ventana hacia los terrenos. A lo lejos, se escuchaban gritos, risas y destellos de varitas. Brendy estaba entrenando a los estudiantes de Defensa Contra las Artes Oscuras.

En el patio de entrenamiento...

En el patio empedrado, Brendy giraba su varita con precisi贸n. Los estudiantes formaban un c铆rculo, lanzando hechizos de pr谩ctica.

—“¡Protego! ¡Expelliarmus! ¡Otra vez! ¡M谩s r谩pido, con decisi贸n!” —gritaba con la energ铆a de una aurora rugiente.

Una r谩faga azul sali贸 de la varita de una joven aprendiz y rebot贸 en el suelo.

Brendy la detuvo con un elegante movimiento.

—“No basta con saber el hechizo, muchacha. Debes sentirlo. La magia nace de lo que eres, no solo de lo que dices.”

Uno de los alumnos se le acerc贸, jadeante.

—“Profesora, ¿usted estuvo en la Guerra del Velo, verdad?”

Brendy lo mir贸 con una media sonrisa.

—“S铆… y te aseguro que ning煤n libro de historia te contar谩 lo que se siente tener al silencio mir谩ndote a los ojos.”

Su mirada se perdi贸 brevemente en el horizonte, recordando rostros, fuego, sacrificios.

Luego respir贸 hondo y retom贸 su postura de instructora.

—“Pero basta de nostalgia. ¡A sus posiciones, que a煤n no lograr铆an sobrevivir ni un minuto contra un dementor bien entrenado!”

Las risas volvieron a llenar el aire.

Hogwarts estaba vivo, y por un instante, Brendy sinti贸 que Dumbledore sonre铆a desde alg煤n lugar.

En la sede de la Orden de Elyn...

A cientos de kil贸metros de all铆, en las monta帽as de Gales, una nueva sede de la Orden de Elyn se alzaba sobre un acantilado.

Era un basti贸n de piedra blanca, cruzado por s铆mbolos m谩gicos grabados en las paredes, iluminados con runas antiguas.

En su interior, Frank Tuesta, el l铆der de la Orden y portador de la Varita de Sa煤co, revisaba un conjunto de pergaminos sobre una gran mesa circular.

A su lado, una figura familiar aparec铆a proyectada en un espejo encantado: Newt Scamander, con su inconfundible sonrisa cansada y su abrigo marr贸n.

—“Los informes coinciden, Frank. Tres manadas de Augureys volaron sobre las Tierras Altas esta semana… y no cantaron. Ni una sola nota.”

Frank levant贸 la vista, intrigado.

—“¿Silencio absoluto?”

Newt asinti贸.

—“Ni siquiera el viento las acompa帽aba. Es como si algo apagara el sonido mismo.”

Frank apoy贸 la mano sobre la mesa. La varita de Sa煤co brill贸 levemente, reaccionando a su instinto.

—“Hace tres a帽os que no oigo hablar de fen贸menos de ese tipo. No desde el Vox Caeli…”

—“Lo s茅 —dijo Newt—. Pero esto es distinto. El silencio… no parece natural.”

Frank suspir贸.

—“El mundo m谩gico se reconstruy贸 demasiado r谩pido, Newt. Y cuando las cicatrices cierran sin sanar, algo siempre queda atrapado debajo.”

La imagen del magizo贸logo se inclin贸 hacia adelante.

—“Crees que alguien lo est谩 provocando.”

—“No lo s茅… pero tengo la sensaci贸n de que lo que sellamos con el Velo no era el final. Tal vez solo fue el principio.”

Un silencio tenso llen贸 la sala.

Fuera, el viento azotaba las monta帽as, arrastrando ecos antiguos.

En el Ministerio de Magia...

El pasillo principal del Ministerio se extend铆a majestuoso bajo una c煤pula de cristal. Los magos caminaban con normalidad, conversando sobre nuevas leyes, criaturas m谩gicas y avances de la Orden de Elyn.

Pero al caer la tarde, algo cambi贸.

Una r谩faga helada recorri贸 el corredor central. Las antorchas parpadearon.

Y entonces, una empleada del Departamento de Misterios solt贸 un grito ahogado.

—“¡Por Merl铆n… miren eso!”

Todos se giraron hacia la pared principal del atrio.

All铆, grabado con una precisi贸n sobrenatural, apareci贸 un s铆mbolo circular hecho de l铆neas entrelazadas, semejante a un ojo cerrado.

Debajo, en letras negras que parec铆an absorber la luz, pod铆a leerse:

“EL SILENCIO NOS SALVAR脕.”

El murmullo del Ministerio se desvaneci贸. Nadie respiraba.

Y por un instante, el gran edificio pareci贸 perder su sonido: los relojes se detuvieron, las plumas dejaron de escribir, las conversaciones se extinguieron.

Un aura helada invadi贸 el aire, tan densa que algunos magos comenzaron a toser.

Desde su oficina, Hermione Granger, la actual Ministra de Magia, sali贸 apresurada, varita en mano.

—“¡A铆slen el 谩rea! ¡Nadie toca ese s铆mbolo hasta que llegue la Orden de Elyn!”

Pero cuando intentaron borrar el grabado, las runas resplandecieron con una energ铆a gris谩cea… y una voz femenina, apenas un susurro, reson贸 en el aire:

“El ruido… pronto terminar谩.”

En su oficina, Frank levant贸 la cabeza de golpe.

Un escalofr铆o recorri贸 su columna.

La varita de Sa煤co comenz贸 a emitir un zumbido grave, como si algo invisible la despertara.

En el mismo instante, en Hogwarts, Naomi detuvo su clase: todas las pociones del aula se tornaron negras.

Y en el patio, Brendy sinti贸 c贸mo el viento se deten铆a, abruptamente.

El mundo entero pareci贸 contener el aliento.

Y entonces, un susurro cruz贸 los confines de la realidad…


“El Silencio ha despertado.”


Cap铆tulo 2 – Ecos de la piedra


El amanecer en Hogwarts era distinto aquel d铆a. Un viento helado descend铆a desde las monta帽as, col谩ndose entre los torreones del castillo. Naomi, con su t煤nica de profesora, cerr贸 los ventanales del aula de Pociones mientras observaba el tenue reflejo del sol sobre los vidrios empa帽ados. Sent铆a algo extra帽o en el aire… una vibraci贸n apenas perceptible, como si el mundo m谩gico contuviera el aliento.

Sobre su escritorio, entre pergaminos y frascos de cristal, reposaba una carta. El sello de cera roja mostraba un emblema que hac铆a d茅cadas no se ve铆a: una serpiente y un f茅nix entrelazados en oro. Naomi frunci贸 el ce帽o.

—¿Qu茅 es esto…? —susurr贸, rompiendo el sello con cautela.

La carta estaba escrita con una tinta dorada que parec铆a brillar con luz propia. Las palabras, pulcras y elegantes, la dejaron sin aliento:

“A la brillante mente que os贸 mirar m谩s all谩 del Velo.

La alquimia recuerda lo que la magia olvida.

Ven a verme antes de que la piedra despierte.”

— Nicolas Flamel

El nombre hizo eco en su mente. Naomi hab铆a o铆do incontables historias sobre 茅l; el legendario alquimista, amigo de Dumbledore, poseedor de la Piedra Filosofal. Pero lo que la perturb贸 fue el tono de advertencia en la carta.

Sin dudarlo, acudi贸 a la oficina de Brendy. La encontr贸 entrenando a un grupo de j贸venes aurores, el aire vibrando con destellos de hechizos defensivos.

—¡Naomi! —exclam贸 Brendy, al verla entrar con la carta en mano—. ¿Qu茅 sucede? Tienes esa mirada de cuando algo grande est谩 por revelarse.

Naomi le entreg贸 la carta.

Brendy ley贸 y sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Nicolas Flamel? Cre铆 que hab铆a desaparecido hace a帽os.

—Al parecer no —respondi贸 Naomi, pensativa—. Y si me est谩 buscando, debe ser por algo que tiene que ver con el Vox Caeli.

—¿Quieres que te acompa帽e?

Naomi neg贸 con una sonrisa leve.

—No esta vez. Si es cierto lo que sospecho, Flamel me citar谩 sola. Pero mant茅n informados a mi padre y a Newt. Si no regreso antes del amanecer, sabr谩n que algo va mal.

Horas despu茅s, Naomi montaba su escoba encantada y se perd铆a entre las nubes. El viento golpeaba su rostro, y la imagen de Hogwarts se desvanec铆a detr谩s de ella. Los Alpes se alzaban en el horizonte, majestuosos y cubiertos de nieve, como guardianes del tiempo.

El santuario de Flamel se hallaba oculto entre dos picos, protegido por un hechizo de ilusi贸n tan poderoso que solo aquellos con su permiso pod铆an encontrarlo. Naomi descendi贸 lentamente, su varita en alto. Al tocar tierra, una c煤pula dorada emergi贸 de la nada, formada por energ铆a pura.

De su interior, una voz c谩lida y pausada la recibi贸:

—Eres hija de un hombre que port贸 la luz del cielo… y maestra del fuego que desaf铆a la oscuridad. Bienvenida, Naomi.

Las puertas del santuario se abrieron. Dentro, el aire ol铆a a incienso y piedra antigua. Miles de s铆mbolos alqu铆micos flotaban en el aire como constelaciones vivas. En el centro de la sala, un anciano de barba blanca y ojos color 谩mbar tallaba un fragmento de cristal que parec铆a contener el universo.

—Se帽or Flamel… —dijo Naomi, reverente.

脡l levant贸 la mirada y sonri贸 con serenidad.

—Hace a帽os que esperaba conocer a la hija de Frank. Dumbledore hablaba de ustedes con orgullo.

Naomi se acerc贸, observando el fragmento en su mesa.

—¿Qu茅 es eso?

—Un eco de la Piedra Filosofal. Pero no la misma —respondi贸 Flamel, girando el cristal en sus manos—. Esta es su reflejo… o, mejor dicho, su sombra.

Naomi frunci贸 el ce帽o.

—¿Sombra?

Flamel se levant贸, caminando lentamente hacia un mural cubierto por una s谩bana de tela. Con un leve movimiento de su varita, la descubri贸. Ante ellos apareci贸 un s铆mbolo similar al de la Piedra Filosofal, pero invertido: una esfera oscura dentro de un tri谩ngulo dorado.

—La Piedra del Alma —susurr贸 Flamel—. La contraparte olvidada de mi creaci贸n. Donde la Piedra Filosofal otorga vida y conocimiento, esta absorbe energ铆a vital y conciencia. No transforma el plomo en oro… transforma el alma en poder.

Naomi dio un paso atr谩s.

—Eso es… imposible.

—Nada en este mundo es imposible, solo olvidado —replic贸 Flamel, con gravedad—. Cuando tu padre conjur贸 el Vox Caeli, abri贸 un puente entre la materia y el esp铆ritu. Ese eco… ha despertado la otra piedra.

Naomi sinti贸 un escalofr铆o.

—¿Y qui茅n podr铆a usar algo as铆?

—Alguien que entienda el equilibrio entre la creaci贸n y la muerte —contest贸 Flamel—. Alguien que no tema al silencio.

El silencio. La frase reson贸 en la mente de Naomi como un eco del s铆mbolo grabado en el Ministerio: “El silencio nos salvar谩.”

—Flamel… —dijo Naomi en voz baja—. ¿Crees que esto est茅 relacionado con ese mensaje?

El alquimista asinti贸 lentamente.

—El mundo est谩 empezando a escuchar voces que no provienen de este lado del velo. Y si alguien busca la Piedra del Alma, no lo hace por curiosidad… sino por control.

Naomi se acerc贸, decidida.

—Entonces dime c贸mo detenerlo.

Flamel la mir贸 con tristeza.

—Detenerlo no ser谩 suficiente, Naomi. Tendr谩s que comprenderlo. Porque si la Piedra del Alma despierta… no solo el velo entre la vida y la muerte se romper谩 otra vez. Tambi茅n el que separa al hombre de su propia oscuridad.

La luz dorada del santuario se volvi贸 tenue. Naomi apret贸 su varita con fuerza, sabiendo que acababa de entrar en un terreno m谩s peligroso que cualquier guerra anterior.

Y mientras el eco de las palabras de Flamel resonaba en su mente, una sombra cruz贸 las monta帽as, invisible para ambos.

Una voz femenina, fr铆a y elegante, susurr贸 en el viento:

—La piedra… ya me ha respondido.

Era Noctyra.

Y su despertar acababa de comenzar.


Cap铆tulo 3 – El susurro en el espejo


La lluvia ca铆a sobre las torres de Hogwarts con un murmullo constante, como si el cielo intentara advertir que algo antiguo se hab铆a despertado. En las mazmorras, donde el aire ol铆a a piedra h煤meda y pociones secas, Naomi hojeaba un libro de runas arcanas a la luz temblorosa de una vela.

Brendy irrumpi贸 con el rostro p谩lido, respirando agitadamente.

—Naomi… tienes que venir. Es… el espejo.

—¿El espejo? —pregunt贸 Naomi, frunciendo el ce帽o—. ¿De qu茅 est谩s hablando?

—El Espejo de Oesed. McGonagall lo hab铆a guardado bajo sellos desde la guerra… pero hoy… apareci贸 en el aula vac铆a del tercer piso. Solo… estaba ah铆.

Naomi dej贸 el libro y tom贸 su varita.

—Eso no es posible. Ese espejo fue sellado por orden de Dumbledore antes de… —Su voz se apag贸. El nombre a煤n dol铆a.

Brendy asinti贸 con gravedad.

—Lo s茅. Pero escuch茅 una voz, Naomi. Una voz femenina. Dijo que pod铆a mostrarme “un mundo sin dolor”.

El eco de esas palabras hel贸 la sala.

Sin decir m谩s, ambas salieron del laboratorio y subieron por los pasillos de piedra. Las antorchas chispeaban con una luz azulada mientras el castillo parec铆a contener la respiraci贸n.

Cuando entraron en el aula abandonada, all铆 estaba: el Espejo de Oesed, cubierto de grietas como si el cristal se hubiera fracturado por dentro. Su marco dorado a煤n reluc铆a, pero el reflejo ya no mostraba la simple imagen de quien se miraba… sino un remolino oscuro, con destellos rojos como brasas.

Brendy se mantuvo atr谩s, inquieta.

—No lo mires directamente —susurr贸.

Naomi se acerc贸 despacio. Su varita tembl贸 en su mano.

—Revelo Arcanum… —murmur贸. Un haz de luz dorada cubri贸 el espejo, revelando s铆mbolos antiguos que se mov铆an como si tuvieran vida propia. Runas del Velo.

La superficie comenz贸 a agitarse, y una voz femenina emergi贸, suave como un suspiro, pero cargada de algo insondable:

—¿Por qu茅 temes mirarme, hija de la luz? Yo solo muestro la verdad que el coraz贸n ans铆a.

Naomi sinti贸 que el aire se volv铆a m谩s pesado.

—No eres un reflejo —dijo con voz firme—. Eres algo m谩s. Algo que no pertenece aqu铆.

La voz respondi贸 con un eco casi burl贸n:

—¿Y t煤 s铆, Naomi? ¿A qu茅 mundo perteneces t煤? Al de los hombres… o al de las sombras?

Las luces del aula parpadearon. Naomi dio un paso m谩s. Su reflejo cambi贸: ya no era ella misma.

En el espejo se ve铆a un mundo devorado por la oscuridad, Hogwarts reducido a cenizas, el cielo rasgado por un velo de sombras. Criaturas sal铆an de la tierra, devorando la luz. En el centro de todo, una figura femenina con ojos blancos extend铆a los brazos: Noctyra.

Y detr谩s de ella… Frank, su padre, ca铆a de rodillas, su varita rota.

—¡No! —grit贸 Naomi, alzando la mano. El espejo vibr贸, y su reflejo la imit贸… pero sonri贸 con una calma inhumana.

—Todo silencio es hambre… y toda hambre, deseo —susurr贸 la voz.

La imagen se desvaneci贸. Naomi retrocedi贸, con l谩grimas en los ojos.

Brendy la sostuvo.

—¿Qu茅 viste?

—El futuro… —susurr贸 Naomi con la voz quebrada—. Un futuro que no debe existir.

Esa noche, en la sede de la Orden de Elyn, Frank caminaba inquieto por el sal贸n circular donde el fuego flotaba en el aire. El espejo hab铆a sido reportado por Brendy, y 茅l esperaba ansioso la comunicaci贸n con Nicolas Flamel.

De pronto, la llama central del sal贸n tom贸 la forma de un rostro anciano: los ojos brillantes del legendario alquimista.

—Frank… he sentido el eco —dijo Flamel con tono grave—. El Espejo de Oesed est谩 contaminado por la energ铆a del Velo. Lo que una vez mostraba los deseos del coraz贸n… ahora susurra lo que el alma teme perder.

Frank frunci贸 el ce帽o.

—¿Qu茅 significa eso, Nicolas?

—Significa que el Silencio ha comenzado a moverse —respondi贸 el alquimista—. Y recuerda mis palabras, Frank…

La llama tembl贸, y su voz se distorsion贸, grave, antigua, como si hablara desde m谩s all谩 del tiempo:

“El silencio no es ausencia… es hambre.”

El fuego se apag贸 de golpe.

Frank qued贸 mirando las cenizas flotando en el aire, sabiendo que el primer susurro de la oscuridad hab铆a comenzado.

Esa noche, Naomi regres贸 al aula del espejo. Nadie m谩s se atrev铆a a entrar, pero ella deb铆a enfrentarlo. El espejo estaba quieto, aparentemente inerte, pero en su superficie a煤n se distingu铆a un rastro: una marca brillante, una runa grabada desde dentro del cristal.

Era el mismo s铆mbolo que hab铆a aparecido en el Ministerio:

“El Silencio nos salvar谩.”

Naomi respir贸 hondo y susurr贸 para s铆 misma:

—Si el espejo me muestra el futuro… yo lo cambiar茅.

La c谩mara se cerr贸 con un destello plateado, reflejando su mirada decidida y la sombra del espejo que, en silencio, sonre铆a.


Cap铆tulo 4 – El despertar de Noctyra


La luna se alzaba sobre los restos del castillo de Kael’Tharion, una fortaleza ennegrecida por la guerra y el tiempo. Las murallas estaban rotas, cubiertas de musgo, y el aire ol铆a a hierro y ceniza. All铆, donde una vez el hijo del caos hab铆a sido derrotado, una nueva oscuridad comenzaba a formarse.

Bajo la estructura derruida, en lo m谩s profundo de las catacumbas, doce figuras encapuchadas formaban un c铆rculo perfecto alrededor de un altar de piedra agrietada. En su centro, una losa cubierta por un velo blanco palpitaba, como si algo respirara debajo.

El l铆der de los encapuchados alz贸 su bast贸n, del cual emanaba una luz enfermiza, verde y gris.

—Ha llegado la hora —susurr贸 con reverencia—. El eco del Velo ha despertado. Los signos est谩n completos. La profec铆a se cumple.

Otro ac贸lito tembl贸 al hablar:

—¿Est谩 seguro… maestro? Si liberamos lo que duerme, ni siquiera la muerte podr谩 contenerla.

El l铆der lo mir贸 sin compasi贸n.

—El silencio no puede ser contenido. Solo puede ser servido.

Entonces, hundi贸 su bast贸n en la piedra y comenz贸 el ritual.

Un viento helado recorri贸 las catacumbas. Las velas se apagaron una a una, dejando solo el resplandor de la losa. Los ac贸litos empezaron a entonar un canto gutural, una lengua antigua que ning煤n ser humano deber铆a conocer.

“In Velo, in Tenebris, in Silencio… renascitur anima.”

La losa vibr贸. Grietas luminosas recorrieron su superficie. El velo blanco comenz贸 a elevarse lentamente, flotando como una neblina viva.

Y entonces… los ojos se abrieron.

No eran ojos humanos. Eran dos lunas negras, orbitando dentro de un rostro p谩lido, perfecto, casi divino. La figura que emergi贸 del velo ten铆a el cabello largo, blanco como la ceniza, y su piel emit铆a una luz tenue, espectral.

Los ac贸litos cayeron de rodillas.

—¡Madre del Silencio! —clamaron—. ¡Has despertado!

Ella los mir贸 con calma. Su voz fue apenas un susurro, pero reson贸 como un trueno en la mente de todos:

—El ruido del alma… debe cesar.

El aire se quebr贸 con su palabra. Los muros temblaron. Algunos de los seguidores gritaron, llev谩ndose las manos a los o铆dos, mientras otros lloraban al sentir sus pensamientos ahogarse en la mente de la nueva entidad.

El l铆der, tembloroso, se arrodill贸 ante ella.

—Se帽ora… Noctyra… el mundo a煤n recuerda el caos del Velo. Pero esta vez, lo controlaremos.

Ella gir贸 lentamente el rostro hacia 茅l. Sus ojos lo atravesaron como cuchillas.

—¿Controlar…? —repiti贸 con una calma escalofriante—. El Silencio no se controla. Se acepta.

El hombre intent贸 responder, pero un hilo de sangre comenz贸 a correrle por la nariz. Su cuerpo se petrific贸 en silencio absoluto. Sin un grito. Sin un sonido. Solo vac铆o.

Cuando cay贸, su cuerpo se desintegr贸 en polvo.

Noctyra avanz贸 un paso, su pie desnudo rozando la piedra fr铆a.

—Yo soy lo que queda cuando el alma calla. Yo soy el eco del Velo.

Su mirada se dirigi贸 hacia el techo, hacia el cielo que no pod铆a ver.

—Los descendientes de Elyn a煤n respiran… pero su ruido pronto terminar谩.

Uno de los ac贸litos se atrevi贸 a hablar, con la voz quebrada:

—¿Qu茅 debemos hacer, mi se帽ora?

Noctyra levant贸 su mano, y de sus dedos emergieron hilos oscuros que se extendieron por las paredes, grabando s铆mbolos de poder.

—Re煤nan a los que escuchan la quietud —orden贸—. Los Silentes volver谩n a caminar entre los vivos.

El aire se volvi贸 pesado. Desde las sombras comenzaron a surgir figuras, espectros, humanos y bestias fusionadas con magia prohibida. Algunos llevaban m谩scaras de porcelana rota; otros, sellos del Ministerio arrancados de sus t煤nicas.

—Traedme la Piedra del Alma —susurr贸 Noctyra—. Y traedme a los hijos del ruido… a los que a煤n creen en la luz.

El cielo sobre las ruinas se abri贸 en un rayo de luna oscura. La figura de Noctyra ascendi贸 entre los escombros, su velo flotando alrededor como si el viento mismo la temiera.

Cuando habl贸 por 煤ltima vez esa noche, su voz se expandi贸 por todo el mundo m谩gico, como un eco que cruz贸 monta帽as y mares.

“El silencio ha despertado. Y su canto… ser谩 eterno.”

A kil贸metros de distancia, en la sede de la Orden de Elyn, Frank se despert贸 sobresaltado. Un espejo en su habitaci贸n se hab铆a agrietado de golpe, reflejando un resplandor blanco.

—No… —susurr贸, tomando su varita.

En ese momento, Naomi, desde su dormitorio en Hogwarts, se incorpor贸 jadeando.

Hab铆a o铆do la misma voz.

La misma frase.

Y en el aire, flotando como un suspiro apenas audible, reson贸 una 煤ltima palabra:

“Noctyra.”


Cap铆tulo 5 – La Orden dividida


El reloj de p茅ndulo en la sala principal de la sede de la Orden de Elyn marcaba la medianoche cuando Frank ingres贸, seguido por una r谩faga de viento helado. El fuego en la chimenea crepitaba, proyectando sombras alargadas sobre los rostros reunidos.

Los miembros m谩s antiguos de la Orden estaban all铆: Naomi, Brendy, Newt Scamander, el estratega Capit谩n Lorian, y varios nuevos reclutas con insignias brillantes. La tensi贸n era palpable, como si el aire mismo presintiera que algo oscuro los escuchaba.

Frank dej贸 caer un pergamino sobre la mesa central. En 茅l, dibujado con precisi贸n m谩gica, se extend铆a el s铆mbolo que hab铆a aparecido en el Ministerio: “El Silencio nos salvar谩.”

—Esto apareci贸 anoche en la c谩mara de seguridad del Departamento de Misterios —dijo Frank, su voz grave, cargada de cansancio—. Pero hay m谩s. Algunos testigos aseguran haber o铆do… una voz femenina.

Naomi frunci贸 el ce帽o.

—Noctyra. —Su tono fue un susurro, pero bast贸 para que todos los presentes sintieran un escalofr铆o.

Brendy se inclin贸 hacia adelante.

—¿Estamos seguros de que es ella? Despu茅s del colapso del Velo, los registros de Kael y Azel fueron borrados. Quiz谩s solo sea una secta imitadora.

Newt neg贸 con la cabeza lentamente.

—No, Brendy. Las criaturas que emergieron hace tres noches… no responden a ning煤n tipo de magia elemental conocida. Son… vac铆os vivos. —Alz贸 un frasco de cristal con un residuo gris—. Esto era parte de una de ellas. Est谩 completamente carente de man谩, pero aun as铆… se mueve.

Un silencio espeso cay贸 sobre la mesa.

Frank respir贸 profundo.

—La Orden se fund贸 para prevenir que el Velo se abriera de nuevo. Pero si Noctyra est谩 detr谩s de todo esto, no hablamos de sellos… hablamos del fin de la voz humana.

El Capit谩n Lorian, un mago corpulento con barba gris y cicatrices de batalla, se puso de pie golpeando la mesa con el pu帽o.

—¡Entonces luchemos, maldita sea! —rugi贸—. ¡No podemos escondernos cada vez que una sombra susurra!

Naomi se levant贸 tambi茅n, mir谩ndolo con dureza.

—Y si atacar solo la fortalece, Lorian? No sabemos c贸mo combate una fuerza que mata sin tocar, que escucha sin ojos. Necesitamos estrategia, no impulsos.

Lorian la mir贸 desafiante.

—Con todo respeto, profesora, la estrategia no salv贸 a los que cayeron con tu padre en Elyndor.

El golpe de esas palabras reson贸 en la sala. Brendy se levant贸 bruscamente.

—¡Cuidado con lo que dices, Lorian! —advirti贸—. Todos aqu铆 le debemos algo a Frank.

Frank levant贸 la mano, imponiendo calma.

—Basta. Nadie aqu铆 tiene la verdad absoluta. Pero todos tenemos el mismo enemigo. Noctyra est谩 en movimiento, y si nos dividimos… ella ganar谩 sin lanzar un solo hechizo.

El murmullo general se apag贸. Durante unos segundos, el 煤nico sonido fue el chasquido del fuego.

Entonces, una r谩faga helada atraves贸 la sala. Las velas titilaron violentamente.

Naomi gir贸 hacia la ventana.

—¿Sintieron eso?

Lorian, de pie junto a la puerta, fue el primero en mirar hacia el pasillo oscuro.

—Solo el viento —murmur贸. Pero su voz son贸 d茅bil, insegura.

Frank se acerc贸 un paso, su varita ya lista.

—Lorian…

Pero el capit谩n no respondi贸. Se tambale贸, como si algo invisible le oprimiera el pecho. Un sonido apenas perceptible llen贸 el aire: un suspiro, largo y distante.

De pronto, el cuerpo de Lorian se arque贸 hacia atr谩s. Los dem谩s corrieron, pero era demasiado tarde.

Un segundo despu茅s, cay贸 al suelo con un golpe seco. Su varita rod贸 hasta los pies de Naomi.

Brendy se arrodill贸 de inmediato, revisando su pulso.

—No hay heridas. No hay magia activa. —Su voz se quebr贸—. Simplemente… muri贸.

El silencio llen贸 la habitaci贸n. Pero entonces, el cuerpo de Lorian comenz贸 a moverse por s铆 solo.

Naomi retrocedi贸, horrorizada.

—¡Atr谩s!

Lentamente, la piel del capit谩n empez贸 a agrietarse como si algo escribiera desde dentro. Letras incandescentes emergieron sobre su pecho, quemando su carne hasta formar una frase:

“Ella escucha.”

El fuego de la chimenea se extingui贸 de golpe. La oscuridad los envolvi贸 por completo.

Frank levant贸 la varita y conjur贸 una luz, pero esta apenas brill贸.

—Ap谩rtense —orden贸 con voz firme.

El cuerpo de Lorian se disolvi贸 en cenizas, dejando solo el s铆mbolo del silencio grabado en el suelo: una espiral rodeada por runas invertidas.

Nadie se movi贸 por un largo rato. Solo Naomi rompi贸 el mutismo.

—Esto no fue magia conocida… Noctyra mat贸 a trav茅s del sonido. No con hechizos, sino con intenci贸n.

Newt, a煤n temblando, murmur贸:

—Ella no necesita verte… solo o铆rte.

Brendy cerr贸 los ojos, intentando contener las l谩grimas.

—Entonces no podemos ni hablar en voz alta.

Frank los mir贸 a todos, su rostro endurecido, la luz de su varita reflej谩ndose en los ojos cargados de determinaci贸n.

—Entonces aprenderemos a hablar sin ruido.

—¿C贸mo? —pregunt贸 Naomi.

—Con la mente —respondi贸 茅l, bajando la voz—. Si el silencio escucha, nosotros pensaremos m谩s fuerte.

El grupo asinti贸. Pero mientras todos trataban de recuperar el control, una 煤ltima brisa recorri贸 la sala, apagando la tenue luz.

Y en ese instante, todos oyeron —en el fondo de su mente— una voz dulce, femenina, casi compasiva:

“El ruido ha comenzado a callar.”

Frank apret贸 la varita con fuerza.

—La guerra… ha vuelto.


Cap铆tulo 6 – Voces que mueren


El amanecer sobre el Bosque Prohibido era una herida abierta de luz gris. Entre la bruma espesa, Newt Scamander avanzaba con paso lento, su malet铆n m谩gico colgando del hombro y un pergamino en la mano. El aire ol铆a a tierra h煤meda y ceniza… como si algo antiguo estuviera pudri茅ndose bajo el suelo.

A cada paso, el bosque parec铆a m谩s quieto. Demasiado quieto. Ni un crujido, ni un graznido, ni el murmullo del viento entre las hojas. Solo el peso de un silencio que dol铆a.

Newt se agach贸 junto a un claro donde yac铆a una criatura alada, una especie de hipogrifo juvenil con las plumas erizadas. Su pico estaba entreabierto, pero no emit铆a sonido alguno, ni siquiera al respirar. Su pecho se mov铆a con dificultad.

—Tranquilo, peque帽o… —susurr贸 Newt, acariciando su cabeza.

Sac贸 un peque帽o instrumento de su bolso: una esfera de cristal con runas resonantes, dise帽ada para captar las frecuencias m谩gicas de comunicaci贸n animal.

Cuando la activ贸, el cristal vibr贸, pero no emiti贸 ni un solo eco.

—No puede ser… —murmur贸, ajustando las runas—. Todos los canales est谩n vac铆os. No hay… ni una voz.

La criatura lo mir贸 con ojos tristes, y durante un segundo, Newt jurar铆a haber visto algo reflejarse en su iris: una figura envuelta en un velo blanco, con los ojos tan negros como lunas nuevas.

La figura lo observ贸 fijamente desde dentro del cristal, y una voz apenas perceptible reson贸 en su mente:

“Las voces son ruido… y el ruido es sufrimiento.”

Newt retrocedi贸 bruscamente. La esfera cay贸 al suelo y se hizo a帽icos. La visi贸n desapareci贸, pero el silencio se mantuvo.

El mago respir贸 con dificultad, su coraz贸n latiendo con fuerza.

—Noctyra…

En Hogwarts, el d铆a se volvi贸 extra帽o.

Los estudiantes caminaban por los pasillos con rostros confundidos; los retratos, que normalmente re铆an, discut铆an y cuchicheaban sin cesar, estaban… mudos.

Las figuras pintadas se mov铆an, gesticulaban, abr铆an la boca… pero ni una sola palabra emerg铆a de ellos.

En el despacho de Pociones, Naomi y Brendy observaban un retrato antiguo de la fundadora Helga Hufflepuff, quien agitaba las manos desesperadamente, intentando emitir alguna advertencia.

Naomi coloc贸 la varita sobre el marco.

—No hay bloqueo de sonido… —dijo, frunciendo el ce帽o—. Es como si su voz hubiera sido… arrebatada.

Brendy mir贸 a su alrededor, inquieto.

—¿Y si no es un hechizo local? ¿Y si esto est谩 ocurriendo en todo el castillo?

Naomi se gir贸 hacia 茅l.

—Lo est谩. Los retratos de los pasillos superiores ya est谩n igual. Incluso el Sombrero Seleccionador no responde.

El eco de esas palabras los estremeci贸.

Brendy se acerc贸 a la ventana y vio c贸mo las torres del castillo parec铆an m谩s opacas, como si una bruma invisible drenara la vida misma del lugar.

—Frank ten铆a raz贸n —susurr贸 Brendy—. El silencio no es ausencia… es hambre.

Naomi asinti贸, apretando el pomo de su varita.

—Y est谩 aliment谩ndose de nuestras voces.

De pronto, un rugido sordo estremeci贸 el suelo.

Los dos se miraron alarmados.

Desde los corredores, los cuadros comenzaron a temblar dentro de sus marcos, como si algo los empujara desde adentro.

Las figuras pintadas abr铆an sus bocas en un grito que nadie pod铆a o铆r.

Naomi lanz贸 un hechizo de revelaci贸n:

—Verum Resonare!

Un resplandor et茅reo cubri贸 las paredes. Entonces lo vieron.

Entre las grietas de las piedras, filamentos negros de energ铆a se extend铆an como ra铆ces vivas, recorriendo el castillo y devorando los ecos m谩gicos.

Brendy levant贸 su varita.

—¡Atr谩s!

Los filamentos se movieron, respondiendo al sonido de su voz.

Naomi lo detuvo al instante.

—¡No hables! ¡Se alimenta de las palabras!

Ambos retrocedieron mientras los hilos oscuros se agitaban, buscando su fuente sonora.

En ese instante, una silueta comenz贸 a formarse al final del pasillo: una mujer envuelta en un velo blanco, sus pies flotando a unos cent铆metros del suelo.

Su rostro era indistinto, pero sus ojos —dos esferas negras, infinitas— los observaban con una serenidad que resultaba inhumana.

La figura habl贸 sin abrir los labios.

“El eco duele. El silencio cura.”

Naomi apret贸 la varita contra su pecho, sus labios temblando.

—Noctyra…

Brendy dio un paso al frente, desafiante, pero Naomi lo sujet贸.

—No. Si respondes… te escuchar谩.

La figura los observ贸 un instante m谩s, luego gir贸 la cabeza lentamente y desapareci贸 entre la niebla m谩gica que comenzaba a invadir el corredor.

El silencio que qued贸 fue tan profundo que el coraz贸n de Naomi sonaba como un tambor.

—Est谩 dentro del castillo —susurr贸 Brendy, con el rostro p谩lido.

Naomi mir贸 hacia el cielo que se ve铆a por los ventanales: las nubes se mov铆an sin viento, como si el aire mismo temiera emitir sonido.

—No… —respondi贸 con voz temblorosa—. Est谩 en todas partes donde alguien teme hablar.

Mientras tanto, en los l铆mites del bosque, Newt Scamander colocaba una nota urgente dentro de su malet铆n.

Su voz, apenas audible, murmur贸:

—Frank debe saberlo. Las criaturas est谩n perdiendo m谩s que su voz… est谩n perdiendo su alma sonora.

El hipogrifo sin sonido lo mir贸 con ojos apagados, y del cielo cay贸 una fina lluvia gris.

Cada gota que tocaba el suelo no hac铆a ruido alguno.

El silencio se estaba volviendo absoluto.

Y en ese instante, en alg煤n lugar entre el bosque y las ruinas de Kael’Tharion, una voz femenina reson贸 por encima de toda la quietud, suave como un rezo:

“Cuando el 煤ltimo ruido muera… el mundo despertar谩.”



Cap铆tulo 7 – El conjuro del eco

(El Ascenso del Silencio – Parte I)


El amanecer ca铆a como una bruma dorada sobre los jardines de Elyndor, ti帽endo los 谩rboles con reflejos de 谩mbar. Naomi descend铆a lentamente del carruaje encantado que la tra铆a desde los Alpes. En sus manos, protegida por una caja de cristal r煤nico, brillaba un fragmento irregular, transl煤cido… como si contuviera un peque帽o universo dormido dentro.

La Piedra del Alma.

Frank la esperaba en el umbral del antiguo sal贸n de invocaciones, flanqueado por Brendy y Newt. Las runas del suelo —grabadas desde la primera guerra del Velo— parec铆an reaccionar a la presencia del fragmento, emitiendo un leve resplandor azulado.

—¿Lo lograste? —pregunt贸 Frank, su voz cargada de cautela y admiraci贸n.

Naomi asinti贸, y el brillo dorado del amanecer se reflej贸 en sus ojos—. Flamel ten铆a raz贸n. Este fragmento… no pertenece a la Piedra Filosofal. Es algo m谩s antiguo. Dijo que fue tallado para contener ecos del alma humana.

Newt, siempre curioso, inclin贸 la cabeza. —¿Ecos… como recuerdos?

—No exactamente —respondi贸 Naomi, abriendo la caja con cuidado—. Seg煤n Flamel, esta piedra no guarda recuerdos, sino resonancias. Lo que el alma sinti贸… lo que el alma a煤n siente.

Brendy dio un paso atr谩s, observando c贸mo el fragmento lat铆a con una luz dorada pulsante. —No me gusta c贸mo suena eso. Si puede contener emociones, tambi茅n puede liberar las que no deber铆an volver.

Frank respir贸 hondo.

—Entonces debemos entenderla antes de que otro lo haga.

En la mesa central, extendi贸 un tapiz de invocaci贸n antiguo, el mismo que Dumbledore hab铆a usado d茅cadas atr谩s para estudiar reliquias prohibidas. A un costado, la Varita de Sa煤co descansaba sobre un soporte de plata.

Frank la tom贸 con un gesto solemne, y una corriente invisible cruz贸 el aire.

—La varita reaccionar谩 al fragmento —dijo Naomi—. Flamel me advirti贸 que el contacto entre ambos podr铆a abrir un v铆nculo con los “ecos” del pasado.

—Entonces no lo haremos a medias —respondi贸 Frank—. Si el pasado tiene algo que decirnos… lo escucharemos.

Alz贸 la varita. La magia respondi贸 con un rugido profundo. Las runas en el suelo brillaron como si un fuego invisible las recorriera. El aire se volvi贸 denso, vibrante, y un halo de luz dorada emergi贸 del fragmento.

La habitaci贸n entera tembl贸.

De pronto, las paredes desaparecieron.

Frank se hall贸 en un pasillo de piedra iluminado por antorchas azules. Las sombras se mov铆an con vida propia. Frente a 茅l, una figura de barba blanca y mirada tranquila lo observaba con ternura: Dumbledore.

—Siempre supe que la verdad te encontrar铆a, Frank —dijo el anciano con una voz que era mitad eco, mitad viento—. Pero cuidado… el eco no distingue entre lo que fuiste, lo que eres y lo que temes ser.

Antes de que Frank pudiera responder, el pasillo se fractur贸. Otro rostro surgi贸 entre las grietas: Kael’Tharion, su piel marcada por s铆mbolos arcanos.

—El poder del alma no puede contenerse. Ni siquiera por la muerte —gru帽贸—. Nosotros solo abrimos la puerta… ustedes decidieron cruzarla.

El aire se volvi贸 negro. Y desde la oscuridad emergi贸 Azel, con sus ojos p谩lidos y vac铆os, una sombra de lo que fue.

—¿Crees que me venciste, Frank? —su voz era un lamento y un susurro al mismo tiempo—. No puedes matar lo que ya es parte del eco.

El fragmento vibr贸 en la realidad. Naomi lo sostuvo, intentando estabilizarlo, pero una voz nueva, suave y femenina, llen贸 la sala:

—Frank…

脡l se gir贸.

Una figura cubierta por un velo blanco se form贸 dentro de la luz del fragmento. Su rostro era difuso, pero sus ojos… dos lunas negras.

Noctyra.

—Tu alma canta m谩s fuerte que las dem谩s —susurr贸 ella—. Puedo o铆r su ruido. Tu amor, tu fe, tus miedos… todo eso es lo que debo silenciar.

El fragmento se agriet贸. Naomi retrocedi贸, alarmada.

—¡Pap谩, su茅ltalo! ¡La piedra est谩 absorbiendo tu energ铆a!

Pero Frank no la escuchaba. La voz de Noctyra lo rodeaba, envolvi茅ndolo como una bruma. En ese instante, el Vox Caeli, la reliquia espiritual de la Orden, comenz贸 a vibrar en la c谩mara contigua.

Un sonido celestial —como un coro antiguo— se alz贸 desde las profundidades del castillo.

El eco de aquel canto atraves贸 las paredes, alcanzando los bosques, los cielos, las torres de Hogwarts.

Despu茅s de tres a帽os de silencio… el Vox Caeli reson贸 de nuevo.

El fragmento cay贸 al suelo, apagado.

Frank jadeaba, con la varita a煤n en la mano. Naomi corri贸 hacia 茅l, coloc谩ndole una mano en el hombro.

—¿Qu茅 viste, pap谩?

Frank alz贸 la mirada hacia el horizonte, donde las primeras sombras del crep煤sculo se extend铆an como alas.

—Vi lo que tem铆a… —susurr贸—. Noctyra no est谩 viniendo.

Naomi lo mir贸, confundida.

—¿Qu茅 quieres decir?

Frank apret贸 la varita con fuerza.

—Ya est谩 aqu铆.

El viento sopl贸 dentro del sal贸n, y por un instante, el eco del Vox Caeli se detuvo…

Solo para dejar, en el aire, un murmullo casi imperceptible:

—El silencio ha despertado.


Cap铆tulo 8 – Los Silentes

(El Ascenso del Silencio – Parte II)


La lluvia ca铆a en diagonales sobre el techo de la sede de la Orden de Elyn. Los truenos se confund铆an con los ecos lejanos de magia contenida. Frank observaba desde la ventana principal: tres figuras encapuchadas, amarradas con cuerdas encantadas, eran escoltadas hacia las mazmorras de interrogaci贸n.

—Los capturamos cerca del l铆mite norte —dijo Brendy, empapada, mientras dejaba caer su capa—. Intentaban marcar el suelo con runas del Velo.

Frank frunci贸 el ce帽o. —¿Magia r煤nica? ¿En nuestra frontera?

Newt, que los acompa帽aba, sostuvo un pergamino cubierto de s铆mbolos quemados. —No solo r煤nica. Es una combinaci贸n con glifos de supresi贸n. Est谩n intentando borrar sonidos. Literalmente.

Naomi se uni贸 al grupo, su rostro p谩lido bajo la luz azul de las antorchas. —Entonces son ellos… los Silentes.

Frank asinti贸 lentamente. —Y si lo son, necesitamos respuestas.

En las mazmorras, el ambiente era helado. Las paredes estaban cubiertas de grabados antiguos que serv铆an como sellos m谩gicos. Tres prisioneros, vestidos con t煤nicas grises, permanec铆an inm贸viles. Sus rostros estaban cubiertos por m谩scaras lisas, sin boca, sin ojos… sin identidad.

Brendy dio un paso adelante, su varita en mano.

—He interrogado a muchos fan谩ticos, pero esto… —mir贸 una de las m谩scaras con inquietud—. No siento nada. Ni odio, ni miedo, ni… vida.

Naomi se acerc贸. —Noctyra los vaci贸. No los controla… los despoja.

El silencio se hizo tan denso que casi dol铆a. Entonces, uno de los encapuchados se movi贸 levemente. Naomi alz贸 la varita, lista, pero el sujeto solo inclin贸 la cabeza y murmur贸 con voz apenas audible:

—Ella… escucha.

El cuerpo se tens贸. Los ojos se tornaron blancos. Un instante despu茅s, cay贸 inerte al suelo.

Frank apret贸 la mand铆bula. —Se suicid贸 m谩gicamente. Maldici贸n autoactivada.

Brendy respir贸 hondo, sus ojos ardiendo de determinaci贸n.

—Entonces entrar茅 por otro camino. —Levant贸 la varita hacia el segundo prisionero—. Legilimens.

El mundo se quebr贸 como vidrio.

Brendy cay贸 de golpe en una corriente de recuerdos fragmentados.

Las sombras se abr铆an y cerraban como respiraciones. Estaba en un pasillo de piedra, h煤medo, donde una docena de magos avanzaban con antorchas apagadas. Al final, una figura femenina los esperaba. Su cuerpo era delgado, cubierto por un velo blanco que flotaba sin viento.

Brendy sinti贸 c贸mo el aire se espesaba, vibrando con un zumbido casi imperceptible.

Uno de los magos habl贸: —¿Eres t煤… la que nos traer谩 el silencio?

La mujer levant贸 la cabeza. Bajo el velo, sus ojos eran dos lunas negras.

—El ruido de vuestras almas me lastima —dijo con dulzura—. Pero puedo aliviaros de ese dolor.

Extendi贸 una mano. Una luz tenue brot贸 de su palma. Los magos comenzaron a temblar, sus rostros se deformaron por la angustia.

Brendy observ贸 horrorizada c贸mo sus emociones —sus risas, sus recuerdos, sus l谩grimas— eran extra铆das en forma de hilos plateados.

Cuando la luz se desvaneci贸, quedaron de pie como estatuas vac铆as, respirando… pero sin alma.

Entonces Noctyra habl贸 directamente hacia ella, consciente de su presencia dentro del recuerdo:

—T煤 tambi茅n conoces el dolor, peque帽a hechicera. Tambi茅n deseas el silencio, aunque no lo admitas.

Brendy retrocedi贸, gritando mentalmente:

—¡No! ¡No eres real!

Noctyra sonri贸, y su voz reson贸 como un eco en una cueva infinita.

—Todo lo que temes… ya es real.

Brendy despert贸 con un grito. El suelo tembl贸 bajo sus pies, y Naomi la sujet贸 por los hombros antes de que cayera.

—¡Brendy! ¿Qu茅 viste?

Ella respiraba entrecortadamente, el sudor perl谩ndole la frente. —Vi c贸mo los convert铆a en… recipientes vac铆os. Les quita todo lo que los hace humanos, Naomi. Sus emociones, sus memorias… los devora.

Frank se acerc贸, con el rostro serio.

—¿Devora? ¿Quieres decir que se alimenta de eso?

Brendy asinti贸. —S铆. Y lo peor es que puede sentir lo que yo sent铆 al verla. Sab铆a que estaba all铆, dentro del recuerdo.

Naomi, p谩lida, murmur贸 como si recordara algo que Flamel le hab铆a dicho en los Alpes.

—“El silencio no es ausencia… es hambre.”

Frank la mir贸.

—¿Qu茅 est谩s pensando, Naomi?

Ella alz贸 la mirada, sus ojos fijos en las antorchas que parpadeaban.

—Noctyra no destruye, pap谩… —dijo con un tono helado—. Te vac铆a.

Un trueno estall贸 afuera. Las velas se apagaron en un solo suspiro.

Y en la oscuridad, una voz femenina reson贸 dentro de las mentes de todos:

—Ya escuch茅 lo que tem铆a.

—El ruido… ha vuelto.

Las antorchas se encendieron solas, pero los tres prisioneros yac铆an muertos. No quedaba rastro de ellos, salvo un solo s铆mbolo grabado en la piedra de la celda:

un ojo cerrado, tallado con sangre.

Frank observ贸 el s铆mbolo en silencio.

Naomi lo toc贸 con la yema de los dedos y sinti贸 un escalofr铆o recorrerle el alma.

Brendy habl贸 por fin, con un tono bajo, casi un susurro:

—No fue un mensaje para nosotros.

Frank se gir贸 hacia ella. —¿Entonces para qui茅n?

Brendy lo mir贸 fijamente, el color volviendo lentamente a su rostro.

—Fue una advertencia para ella.

—Noctyra ya sabe que estamos escuchando.

Y por primera vez desde el despertar del Vox Caeli, Frank sinti贸 algo que no hab铆a sentido en a帽os:

miedo.


Cap铆tulo 9 – La sombra en Hogwarts


El amanecer ca铆a sobre Hogwarts con una luz extra帽a, quebrada, como si el cielo mismo temblara. Desde las torres m谩s altas pod铆a verse una bruma gris elevarse del bosque prohibido, extendi茅ndose hacia los muros del castillo como dedos que buscaban tocar su piedra ancestral. Algo respiraba entre las sombras. Algo que no pertenec铆a a este mundo.

Naomi caminaba junto a Flamel por los pasillos desiertos del ala norte. Las antorchas parpadeaban sin viento, y los retratos observaban en silencio, sus labios cerrados por el eco de un hechizo que los hab铆a vuelto mudos.

—Las grietas siguen multiplic谩ndose —murmur贸 Naomi, pasando la mano sobre un muro resquebrajado que lat铆a d茅bilmente con energ铆a azulada—. Cada hora una nueva, cada d铆a m谩s profunda.

Flamel, con su t煤nica dorada y su mirada cansada, apoy贸 la mano sobre la piedra. Un pulso sordo le recorri贸 los dedos.

—No es solo la piedra, Naomi… —dijo con un hilo de voz—. Es el alma del castillo lo que est谩 fractur谩ndose.

De pronto, una vibraci贸n recorri贸 el suelo. Le sigui贸 un susurro… tenue, como si alguien hablara desde muy lejos:

“El ruido del alma… debe cesar.”

Naomi alz贸 la mirada, helada.

—Noctyra…

Flamel asinti贸 con gravedad.

—Est谩 absorbiendo las emociones del castillo. Los recuerdos, las risas, los miedos de los estudiantes. Todo lo que vibra con sentimiento la alimenta.

Naomi frunci贸 el ce帽o.

—¿Para qu茅?

—Para reconstruirse. Para volver a tener cuerpo —respondi贸 Flamel—. Y cuando lo logre, nada en este mundo podr谩 silenciarla.

Un rugido m谩gico interrumpi贸 la conversaci贸n. Desde la torre de astronom铆a, un destello de energ铆a negra ilumin贸 el cielo, desgarrando las nubes.

Naomi y Flamel corrieron hacia all谩, mientras un enjambre de magos de la Orden aparec铆a desde los portales de protecci贸n. En el centro de todos, avanzando con paso firme, estaba Frank, su capa ondeando con la fuerza del viento m谩gico.

—¡Naomi! —grit贸 al verla—. Los detectamos hace minutos. Los Silentes est谩n dentro del castillo.

—¿Cu谩ntos? —pregunt贸 ella.

—Demasiados.

Las sombras emergieron de los muros como espectros sin rostro. Su magia era fr铆a, muda, como si el sonido mismo muriera al tocarlos. Los miembros de la Orden alzaron sus varitas. El aire se carg贸 de energ铆a pura.

—¡Por la Orden de Elyn! —rugi贸 Frank.

Y el choque fue inmediato. Hechizos verdes y azules cruzaron los pasillos como meteoros, estallando contra las columnas de piedra. Naomi lanz贸 un Protego Totalum que estall贸 en una c煤pula de luz dorada, protegiendo a un grupo de estudiantes refugiados.

Flamel conjur贸 runas en el aire, su bast贸n vibrando con fuego alqu铆mico. Cada golpe de su magia desintegraba a los Silentes en humo oscuro, pero m谩s aparec铆an, arrastr谩ndose desde las grietas de los muros.

En la torre de astronom铆a, una sombra m谩s densa aguardaba. Naomi subi贸 las escaleras, sintiendo el aire congelarse. A cada pelda帽o, el sonido disminu铆a, hasta que solo escuch贸 su propia respiraci贸n.

En el 煤ltimo nivel, la vio.

Noctyra.

O lo que quedaba de ella.

Una figura transl煤cida, envuelta en un velo blanco que flotaba sin viento. Su rostro, apenas visible, ten铆a grietas por donde se escapaba luz negra. Y sus ojos… dos lunas invertidas, sin pupilas, la miraban con hambre.

—Naomi… —susurr贸 Noctyra, su voz resonando dentro de su mente—. T煤 llevas dentro la nota m谩s pura. D茅jala… sonar.

Naomi retrocedi贸, alzando la varita.

—No volver谩s a tocar este lugar.

—No busco tocarlo —dijo la sombra—. Busco… callarlo.

Frank irrumpi贸 en la torre junto a Flamel y los refuerzos de la Orden. Tras ellos, Cyril, uno de los aprendices de Elyn, apenas de dieciocho a帽os, temblaba pero no retroced铆a.

La figura de Noctyra se expandi贸 como una ola, inundando la sala con silencio absoluto. Los hechizos lanzados no produc铆an sonido alguno. Los cristales se quebraban sin ruido. Era como pelear dentro de un vac铆o.

Naomi lanz贸 un Incendio Maxima, el fuego envolviendo la sombra, pero Noctyra simplemente absorbi贸 las llamas, sus ojos torn谩ndose rojos.

Frank grit贸, aunque su voz no se oy贸: ¡Retrocede!

Noctyra extendi贸 la mano, y un rayo oscuro sali贸 disparado hacia Naomi. Cyril, sin pensarlo, se interpuso.

El impacto fue brutal. El joven fue lanzado contra el suelo, su cuerpo temblando con energ铆a negra que lo consum铆a desde dentro. Naomi corri贸 hacia 茅l, las l谩grimas cayendo antes de llegar.

—¡Cyril! ¡No!

El chico la mir贸, con dificultad.

—Pro… profesora… lo hice bien, ¿verdad?

Naomi lo tom贸 entre sus brazos.

—M谩s que bien… fuiste valiente.

Cyril sonri贸, d茅bil.

—No dejes… que el silencio… te gane.

Y entonces, sus ojos se apagaron. Un leve suspiro escap贸 de sus labios, el 煤ltimo sonido antes de que el silencio absoluto se tragara la torre.

Naomi grit贸, pero su voz no se escuch贸. Solo su alma tembl贸.

La rabia la invadi贸. Su varita ardi贸 con energ铆a dorada. Flamel retrocedi贸 un paso al sentir la presi贸n m谩gica.

—Naomi, no…

Pero ya era tarde.

Ella canaliz贸 el Vox Caeli.

Una onda expansiva estall贸 desde su cuerpo, cubriendo el castillo con una luz celestial. Los Silentes se desintegraron, el velo de Noctyra se disip贸 entre sombras, y el sonido regres贸 al mundo con un rugido de trueno.

Frank la sostuvo cuando cay贸 de rodillas.

—Naomi… ¿qu茅 hiciste?

Ella temblaba, las l谩grimas cayendo sobre la piedra.

—Le mostr茅… el ruido del alma.

En la torre, el cuerpo de Cyril se convirti贸 en polvo luminoso, ascendiendo hacia el cielo. Y en el silencio posterior, una sola frase reson贸 en la mente de todos:

“El silencio ha probado su l铆mite. El alma… a煤n canta.”

El eco se desvaneci贸, pero en lo m谩s profundo del Bosque Prohibido, una voz respondi贸 entre risas suaves:

“Entonces… que cante por 煤ltima vez.”

La guerra del silencio acababa de comenzar.


Cap铆tulo 10 – El consejo del sabio


El amanecer sobre los Alpes franceses se extend铆a como una herida dorada en el horizonte. Las nubes se mec铆an entre los picos, cubriendo el santuario de Nicolas Flamel con una niebla espesa que brillaba con destellos alqu铆micos. El aire mismo parec铆a contener secretos antiguos, f贸rmulas vivas que respiraban entre las piedras.

Naomi caminaba en silencio detr谩s de Flamel, sus pasos resonando sobre el m谩rmol fr铆o del laboratorio subterr谩neo. Hab铆a pasado una semana desde la batalla en Hogwarts. A煤n ten铆a en los ojos la imagen del joven Cyril desvaneci茅ndose entre sus brazos, y en el coraz贸n… una pregunta que no la dejaba dormir:

¿Hasta d贸nde puede llegar un alma antes de romperse?

El laboratorio de Flamel era un templo del conocimiento prohibido. Frascos con l铆quidos que cambiaban de color, c铆rculos grabados en plata sobre el suelo, columnas cubiertas con runas que pulsaban con vida propia. En el centro, sobre una mesa de obsidiana, flotaba una esfera transl煤cida que emit铆a un pulso r铆tmico, como si latiera.

—La Piedra del Alma —susurr贸 Naomi, observando la esfera con fascinaci贸n y temor.

Flamel asinti贸 lentamente. Su rostro, envejecido pero sereno, se ilumin贸 con el resplandor dorado.

—O, al menos, lo que queda de ella. La encontraste en ruinas, pero su esencia sigue despierta.

—¿Y cree que con esto puedo detener a Noctyra? —pregunt贸 Naomi, acerc谩ndose.

Flamel no respondi贸 de inmediato. Se movi贸 hacia una mesa lateral, donde un conjunto de pergaminos antiguos reposaba abierto. Traz贸 con la pluma un s铆mbolo triangular atravesado por una l铆nea y un c铆rculo: el signo de la transmutaci贸n absoluta.

—Noctyra no es una criatura cualquiera —dijo finalmente—. No naci贸 del mal, sino de la disonancia. Ella es lo que ocurre cuando una emoci贸n se corrompe… cuando el alma deja de cantar.

Naomi apret贸 los pu帽os.

—Entonces puedo purificarla.

El alquimista la mir贸 con una mezcla de compasi贸n y tristeza.

—Purificar… es una palabra hermosa, pero peligrosa. Lo que propones es transmutar el alma. Y eso no es alquimia… es sacrificio.

Naomi frunci贸 el ce帽o.

—Expl铆queme.

Flamel levant贸 su bast贸n, tocando la esfera con su punta. Inmediatamente, im谩genes comenzaron a flotar en el aire: fuego, l谩grimas, el reflejo de Dumbledore, Kael y Azel, y finalmente una silueta femenina cubierta de velo blanco —Noctyra— caminando entre los ecos del Velo.

—Toda alma —explic贸 Flamel— est谩 compuesta de vibraciones. Luz y sombra, sonido y silencio. Cuando un mago toca el Velo, altera esas notas. T煤, Naomi, lo hiciste tres a帽os atr谩s… y sobreviviste.

Naomi baj贸 la mirada, recordando la guerra, los gritos, la energ铆a celestial que hab铆a liberado aquella noche.

—Y desde entonces… oigo ecos. Voces que no son m铆as.

—Es el precio del contacto —respondi贸 el sabio—. Pero tambi茅n… tu don.

Flamel tom贸 la Piedra del Alma y la coloc贸 en sus manos. Su peso era ligero, pero su energ铆a casi insoportable. Naomi sinti贸 c贸mo su coraz贸n vibraba al mismo ritmo que el objeto, y su mente se llen贸 de im谩genes: la guerra, la muerte, el sacrificio, y una luz que siempre intentaba volver.

—¿Qu茅 es esto…? —susurr贸.

—Tu reflejo —respondi贸 Flamel—. La transmutaci贸n del alma es la uni贸n entre el alma humana y la energ铆a primordial. Si logras canalizar esa corriente, podr铆as convertir la oscuridad en luz.

Naomi levant贸 la vista, con fuego en los ojos.

—Entonces puedo transformar la energ铆a de Noctyra… puedo detenerla sin destruirla.

El silencio que sigui贸 fue pesado, casi reverencial. Flamel respir贸 hondo, apoyando una mano en su hombro.

—Naomi… esc煤chame bien —dijo con tono grave—.

Transmutar el alma no es un acto de poder… sino de entrega. Si cruzas esa l铆nea, tu esencia podr铆a disolverse en la corriente que intentas purificar.

—Lo s茅 —respondi贸 ella sin vacilar—. Pero si no lo hago, todos moriremos.

Flamel la observ贸 un momento, como si midiera el peso de su determinaci贸n. Luego sonri贸, con la melancol铆a de quien ha visto siglos de almas arder por causas nobles.

—Eres igual que 茅l… —murmur贸.

Naomi alz贸 la mirada.

—¿脡l?

Flamel asinti贸.

—Dumbledore. Tambi茅n cre铆a que la luz pod铆a redimir cualquier oscuridad.

La joven sonri贸 levemente.

—Entonces tal vez a煤n tenga raz贸n.

Flamel asinti贸, aunque sus ojos estaban empa帽ados por la preocupaci贸n. Camin贸 hacia una gran pizarra alqu铆mica cubierta de s铆mbolos circulares.

—Para iniciar la transmutaci贸n, necesitas tres cosas —explic贸—: un v铆nculo emocional puro, una fuente de energ铆a opuesta… y una llave de resonancia.

—¿Qu茅 ser铆a eso? —pregunt贸 Naomi.

El sabio dibuj贸 una runa en el aire, que tom贸 forma tangible: una espiral dorada con un centro de cristal.

—Una runa que conecte tu esencia con el Velo sin que lo atravieses. Solo as铆 podr谩s convertir la energ铆a oscura sin perderte en ella.

Naomi la observ贸, maravillada.

—¿Puede ense帽arme?

Flamel la mir贸 con suavidad.

—Puedo guiarte, pero no ense帽arte. La transmutaci贸n del alma no se aprende… se siente.

Entonces extendi贸 la mano y, con un leve toque, coloc贸 la runa sobre su pecho. Un calor intenso recorri贸 el cuerpo de Naomi, y la habitaci贸n se llen贸 de notas musicales invisibles, vibraciones que parec铆an surgir del aire. Los s铆mbolos sobre las paredes comenzaron a brillar.

Naomi cerr贸 los ojos. Vio a Cyril, a Frank, a Brendy, a Dumbledore… vio las risas y los gritos, el fuego y la esperanza.

Y en el centro de todo, su propia alma, latiendo entre dos fuerzas: luz y silencio.

Una l谩grima resbal贸 por su mejilla.

—Puedo sentirlo… la oscuridad no es ausencia, es hambre.

Flamel la mir贸, impresionado.

—Entonces entiendes.

Ella abri贸 los ojos, decidida.

—Y si el silencio tiene hambre… yo ser茅 su ruido.

Un trueno reson贸 en el exterior, y las monta帽as temblaron. Flamel la observ贸 con una mezcla de temor y orgullo.

—Recuerda mis palabras, Naomi —dijo lentamente, su voz grave como un conjuro antiguo—:

“Quien transmute el alma… arriesga la suya.”

Naomi sostuvo la Piedra del Alma, la runa brillando sobre su pecho.

—Entonces que el riesgo sea m铆o.

Y el laboratorio se ilumin贸 con una llamarada dorada que hizo vibrar el cielo.

El canto del alma hab铆a despertado.


Cap铆tulo 11 – Los juramentos rotos


La lluvia ca铆a sobre los terrenos de Elyndor, sede reconstruida de la Orden de Elyn.

El sonido del agua contra las piedras resonaba con un ritmo inquietante, como si el mismo cielo advirtiera algo.

Dentro del sal贸n principal, una reuni贸n tensa se desarrollaba bajo la luz parpadeante de los candelabros m谩gicos.

Frank se manten铆a de pie frente al estandarte de la Orden, la Varita de Sa煤co en su mano, su voz firme pero cansada.

—Noctyra se mueve m谩s r谩pido de lo que esper谩bamos —dijo, observando a los rostros fatigados de los magos reunidos—. Ya no solo roba voces… ahora roba fe.

A su lado, Naomi estudiaba un mapa cubierto de manchas negras —sitios donde el silencio hab铆a consumido aldeas enteras.

Newt tomaba notas en un pergamino que flotaba solo, su expresi贸n grave.

Brendy, con los brazos cruzados, observaba a los dem谩s con la mirada aguda de quien no se f铆a de nada ni de nadie.

Y entre los presentes, con su capa gris y su mirada de acero, se encontraba Alaric Vayne, uno de los capitanes m谩s antiguos de la Orden. Hab铆a luchado junto a Frank en la Rebeli贸n del Velo. Era respetado, temido, y profundamente enigm谩tico.

—Entonces… —dijo Alaric, con voz ronca— ¿vamos a pelear contra un fantasma? Contra una voz que ni siquiera tiene cuerpo.

—No es una voz —respondi贸 Naomi, sin levantar la mirada del mapa—. Es una conciencia. Un eco del Velo.

—Ll谩malo como quieras —replic贸 茅l, golpeando la mesa—. Pero seguimos perdiendo gente. Seguimos peleando guerras contra sombras, mientras nuestros aliados caen uno a uno.

Un murmullo recorri贸 la sala. Frank lo mir贸, tranquilo pero firme.

—¿Qu茅 est谩s insinuando, Alaric?

El capit谩n lo sostuvo la mirada, y durante un instante, el silencio pareci贸 tragarse el aire.

—Que tal vez ya perdimos —dijo con frialdad—. Que tal vez luchar contra el silencio solo lo alimenta.

Brendy se levant贸 de golpe, su voz vibrando como un trueno.

—¡C谩llate! ¡Eso no son palabras de un soldado de Elyn!

—¿Y qu茅 somos entonces? —replic贸 Alaric, gir谩ndose hacia ella— ¿Sacrificios esperando turno?

Frank levant贸 una mano, imponiendo orden.

—Basta. Esta discusi贸n no lleva a nada.

Pero ya era tarde. Algo en el aire hab铆a cambiado. Una energ铆a invisible recorr铆a las paredes, y los retratos comenzaron a parpadear, distorsionados, como si no pudieran soportar el peso de lo que se avecinaba.

Brendy lo sinti贸. Su instinto era certero. Dio un paso hacia atr谩s y observ贸 las manos de Alaric. Temblaban. No de miedo, sino de poder contenido.

—Frank… —susurr贸 Brendy— hay algo mal.

Entonces, la l谩mpara principal estall贸.

Y del pecho de Alaric eman贸 un pulso oscuro, una onda de energ铆a silenciosa que empuj贸 a todos contra las paredes.

Naomi cay贸 al suelo, jadeando, mientras el aire se congelaba.

Frank levant贸 su varita.

—¡Protego Maxima!

Un escudo et茅reo envolvi贸 a los presentes, pero el silencio era tan absoluto que ni el sonido del conjuro reson贸. Era un silencio antinatural… vivo.

Brendy se puso de pie entre los escombros. Sus ojos azules brillaban bajo la lluvia que comenzaba a filtrarse por el techo roto.

—Alaric… ¿qu茅 hiciste?

El hombre se gir贸 hacia ella. Su rostro ya no era humano. Las venas de su cuello se hab铆an ennegrecido, y sus ojos eran pozos de vac铆o.

—Liberaci贸n —dijo con voz hueca—. Noctyra me mostr贸 la verdad. El ruido del alma es una maldici贸n. El silencio… es paz.

Brendy lo observ贸 con tristeza.

—Ella te consumi贸.

—No —respondi贸 茅l—. Ella me despert贸.

La batalla comenz贸 con un estallido visual. Brendy lanz贸 un rayo de energ铆a azul que impact贸 contra el suelo, levantando fragmentos de piedra encantada. Alaric respondi贸 con un movimiento sutil de la mano, desvaneciendo el conjuro sin pronunciar palabra.

El silencio se volvi贸 el campo de batalla. No hab铆a sonido, solo vibraciones, destellos, respiraciones cortadas.

Las varitas chocaban en un duelo de pura voluntad.

Brendy gir贸 sobre s铆 misma, proyectando una cadena de luz que rode贸 a Alaric.

—¡Incarcerus!

Pero 茅l sonri贸 —una sonrisa sin alma— y la cadena se desintegr贸, convertida en polvo negro.

—Tus palabras no tienen poder aqu铆 —susurr贸.

Brendy comprendi贸. Su enemigo ya no pertenec铆a al mundo del ruido. Estaba en sinton铆a con Noctyra.

As铆 que hizo lo impensable. Cerr贸 los ojos… y guard贸 silencio tambi茅n.

Sus pensamientos se convirtieron en su arma. Las runas de protecci贸n que Dumbledore le ense帽贸 tiempo atr谩s se encendieron sobre su piel, brillando con un tono azul el茅ctrico.

Alaric titube贸.

—¿Qu茅 haces…?

Brendy abri贸 los ojos. Dos rel谩mpagos de pura determinaci贸n.

—Si el silencio te consume… escuchar谩s el ruido del coraz贸n.

El duelo final fue un torbellino visual.

Los rayos chocaban, deformando el espacio. Las sombras se fragmentaban. El aire vibraba tanto que las piedras flotaban.

Frank intent贸 intervenir, pero Naomi lo detuvo.

—No —dijo, con la voz quebrada—. Este duelo es de ella.

En un instante suspendido, Brendy se impuls贸 hacia adelante, cruzando los rayos negros que emanaban de Alaric.

El mundo pareci贸 detenerse.

Un destello blanco los envolvi贸.

Y luego… silencio.

Cuando el resplandor se desvaneci贸, Alaric estaba arrodillado. Su varita partida, su cuerpo temblando.

—No… —murmur贸, tocando su pecho— no quer铆a…

Brendy se acerc贸, apoyando una mano sobre su hombro.

—A煤n puedes elegir.

脡l levant贸 la mirada. L谩grimas oscuras recorr铆an su rostro.

—Ella no me dejar谩…

De pronto, su cuerpo comenz贸 a colapsar hacia dentro, como si fuera absorbido por un punto invisible.

Naomi grit贸:

—¡Brendy, al茅jate!

Pero era tarde.

El cuerpo de Alaric implosion贸 en una esfera de silencio absoluto, que expandi贸 una onda invisible por la sala. Los candelabros se apagaron. Los retratos enmudecieron.

Solo qued贸 Brendy, de pie en medio del polvo, su varita en alto, respirando con dificultad.

Frank se acerc贸, apoyando una mano en su hombro.

—Lo siento, Brendy…

Ella no respondi贸. Solo observaba el vac铆o donde antes estuvo Alaric Vayne.

Un amigo. Un hermano de guerra.

Otro alma perdida al eco del silencio.

Naomi se acerc贸, sus ojos llenos de tristeza.

—Noctyra no destruye… te vac铆a —susurr贸.

Brendy cerr贸 los ojos. Una l谩grima cay贸 sobre su varita, que a煤n vibraba d茅bilmente.

—Entonces llenaremos el vac铆o —dijo con voz firme—. Con ruido, con vida, con todo lo que ella odia.

Y mientras la lluvia golpeaba las ruinas del techo, la Orden de Elyn comprend铆a lo que ven铆a:

Noctyra ya no solo los atacaba desde fuera.

Ahora estaba dentro.


Cap铆tulo 12 – Las l谩grimas del F茅nix


El viento del norte rug铆a sobre las monta帽as nevadas de Noruega.

Entre los abismos helados y los pinos cubiertos de escarcha, una figura caminaba con paso firme, la bufanda ondeando tras 茅l.

Era Newt Scamander, el magizoologo m谩s c茅lebre del mundo m谩gico… pero esa noche su rostro reflejaba algo distinto: temor.

Sus botas cruj铆an sobre la nieve mientras segu铆a el rastro de un resplandor 谩mbar, d茅bil, casi moribundo.

A su lado, la criatura flotante llamada Piki, una especie de hada luminosa que lo acompa帽aba desde su juventud, temblaba de fr铆o.

—Piki, qu茅date cerca —susurr贸 Newt, apuntando su varita hacia adelante—. Si los informes son ciertos, este sitio fue un santuario del F茅nix hace siglos.

El aire vibr贸. Un eco suave, como un canto lejano, atraves贸 la tormenta.

Era un sonido hermoso… pero quebrado, como si la voz misma del mundo estuviera muriendo.

Newt avanz贸 hasta llegar a una caverna, sus paredes cubiertas de antiguos s铆mbolos r煤nicos.

Y all铆 lo vio.

En el centro, sobre un altar de hielo, yac铆a un f茅nix agonizante.

Sus plumas, anta帽o rojas como fuego l铆quido, se hab铆an vuelto grises. Su pecho sub铆a y bajaba lentamente, y de sus ojos ca铆an l谩grimas doradas que chispeaban antes de tocar el suelo.

Newt se arrodill贸, su coraz贸n encogido.

—Oh, mi viejo amigo… —susurr贸, extendiendo una mano temblorosa—. ¿Qu茅 te han hecho?

El f茅nix gir贸 apenas su cabeza. Un resplandor tenue emergi贸 de su mirada, como si reconociera a quien lo observaba.

Entonces Newt vio algo que hel贸 su sangre.

Las l谩grimas del f茅nix no ca铆an al suelo.

En el aire, una sombra amorfa las absorb铆a, devor谩ndolas una por una, aliment谩ndose de su pureza.

—No… no puede ser… —murmur贸, retrocediendo.

El aire se volvi贸 denso, y un murmullo suave, casi maternal, se desliz贸 entre los ecos de la tormenta:

—Todo fuego se apaga, todo canto se silencia… as铆 debe ser.

La voz no ven铆a de ning煤n lugar. O m谩s bien, de todos.

Newt sinti贸 que su varita pesaba m谩s de lo normal.

Y entonces lo comprendi贸: Noctyra estaba all铆.

Su reflejo apareci贸 brevemente en la superficie helada: un rostro cubierto por un velo blanco, ojos como lunas negras que parec铆an mirar dentro de su alma.

—¿Por qu茅 el f茅nix? —dijo Newt, forz谩ndose a mantener la calma—. ¿Qu茅 buscas en 茅l?

La voz respondi贸, suave, como un eco dentro de su mente.

—El f茅nix renace del dolor. Su llanto contiene la esencia del alma. Lo necesito para borrar lo que duele… lo que grita.

Newt apret贸 los dientes.

—T煤 no quieres borrar el dolor. Quieres borrar la vida.

—La vida es ruido —susurr贸 Noctyra—. El silencio… es perfecci贸n.

Un estruendo de magia invisible sacudi贸 la cueva. Los cristales de hielo vibraron, y Newt fue lanzado contra una columna helada.

La sombra se extendi贸, intentando cubrir al f茅nix por completo.

Pero el ave, con un 煤ltimo destello de orgullo, abri贸 sus alas.

Una r谩faga de luz roja ilumin贸 toda la monta帽a.

Newt alz贸 su varita y grit贸:

—¡Expecto Patronum!

Un hipogrifo plateado emergi贸 de su varita, volando hacia la sombra.

El choque fue brutal: luz y oscuridad se enfrentaron en un silencio ensordecedor.

Cuando la energ铆a se disip贸, Noctyra hab铆a desaparecido.

Solo quedaban cenizas flotando en el aire.

Newt se arrastr贸 hasta el f茅nix. La criatura lo mir贸, d茅bil pero serena.

Una l谩grima cay贸 sobre su mano.

Al tocarla, sinti贸 algo: recuerdos.

Vio, por un instante, im谩genes fragmentadas.

A Noctyra en un trono de oscuridad.

A aldeas enteras cubiertas de niebla.

Y a Frank, Naomi y Brendy luchando bajo un cielo rasgado por grietas de luz.

El f茅nix exhal贸 un 煤ltimo resplandor antes de convertirse en polvo dorado.

Solo su ceniza qued贸, ardiendo suavemente en el suelo.

Newt se levant贸, el rostro cubierto de l谩grimas.

—Gracias… viejo amigo. Tu sacrificio no ser谩 en vano.

Al regresar al campamento, envi贸 un mensaje urgente a la sede de la Orden.

Horas despu茅s, Frank lo recibi贸 en Elyndor, su expresi贸n grave al leer el informe.

Naomi estaba a su lado, con el ce帽o fruncido.

—¿Un f茅nix? —pregunt贸 ella, incr茅dula—. ¿Y sus l谩grimas…?

—Absorbidas por una sombra —respondi贸 Newt, su voz apagada—. Por ella.

Frank dej贸 el pergamino sobre la mesa y se apoy贸 en ella.

El fuego de la chimenea iluminaba la cicatriz que cruzaba su mejilla.

—Ahora entiendo —murmur贸—. Ella no quiere gobernar… quiere borrar.

Naomi lo mir贸, los ojos llenos de un temor silencioso.

—¿Borrar qu茅?

Frank alz贸 la vista, su voz firme y dolida.

—Todo. El ruido. La magia. La memoria. La vida misma.

El silencio llen贸 la sala. Solo el crepitar del fuego romp铆a la calma.

Y en lo alto del cielo, en alg煤n lugar invisible entre las estrellas, una risa tenue reson贸.

Un eco oscuro… de algo que acababa de comenzar.


Cap铆tulo 13 – El sacrificio de Flamel


El amanecer apenas alcanzaba a te帽ir los muros de piedra del viejo laboratorio alqu铆mico, oculto bajo las ruinas de Beauxbatons.

Naomi descendi贸 los escalones de m谩rmol con el coraz贸n acelerado. A cada paso, la atm贸sfera se volv铆a m谩s pesada, impregnada de un brillo dorado y antiguo.

El aire ol铆a a fuego, a metal fundido… y a despedida.

En el centro de la sala, rodeado por c铆rculos de alquimia que giraban lentamente sobre el suelo, Nicolas Flamel la esperaba.

Sus ojos, aunque cansados, brillaban con esa sabidur铆a que no proven铆a solo de los a帽os, sino del alma.

El anciano sosten铆a entre sus manos un libro encuadernado en cuero blanco. A su alrededor, las paredes temblaban levemente, como si contuvieran una energ铆a demasiado grande.

—Llegas justo a tiempo, Naomi —dijo, sin apartar la vista del c铆rculo que trazaba con tiza de oro puro—. El equilibrio est谩 a punto de romperse.

—Profesor —respondi贸 ella, acerc谩ndose—, las grietas en Hogwarts se multiplican. Noctyra est谩 absorbiendo la energ铆a emocional de todo el norte. Si sigue creciendo, el Velo volver谩 a abrirse.

Flamel asinti贸, con una calma que la desconcert贸.

—Por eso debes aprender el 煤ltimo secreto de la alquimia… el C铆rculo de Transmutaci贸n del Alma.

Naomi se qued贸 inm贸vil. El aire parec铆a haberse detenido.

—Usted dijo que ese conocimiento estaba prohibido. Que incluso Dumbledore tem铆a estudiarlo.

—As铆 es —dijo 茅l, gir谩ndose hacia ella con una sonrisa triste—. Porque quien intenta transmutar el alma… arriesga la suya.

El suelo se ilumin贸 de pronto.

El c铆rculo de alquimia se expandi贸, desplegando s铆mbolos arcanos que vibraban con una luz dorada. En el centro, flotaba el fragmento de la Piedra del Alma, el mismo que Naomi hab铆a tra铆do de los Alpes.

El fragmento pulsaba con una energ铆a oscura, casi viva.

—¿Qu茅 est谩 haciendo? —pregunt贸 Naomi, alarmada.

—Sellando su poder —respondi贸 Flamel—. Pero no basta con conocimiento o con magia. Se necesita… vida.

El coraz贸n de Naomi se encogi贸.

—No. Usted no puede…

Flamel levant贸 una mano, interrumpi茅ndola con ternura.

—Mi tiempo se acaba, Naomi. Hace siglos que mi piedra me mantiene atado a este mundo. Pero cada conjuro, cada transmutaci贸n, tiene su precio. Y el m铆o est谩 vencido.

La joven lo mir贸 con l谩grimas contenidas.

—Entonces d茅jeme hacerlo a m铆. Yo tengo el v铆nculo con el Velo. Puedo contenerlo.

Flamel neg贸 suavemente con la cabeza.

—No. T煤 eres el puente, Naomi. Si el puente se destruye, nadie podr谩 cruzar jam谩s.

—Pero sin usted… —susurr贸 ella, temblando.

El anciano se acerc贸, colocando una mano sobre su hombro.

—Escucha bien. En este libro est谩 el C铆rculo del Coraz贸n. Si alg煤n d铆a la Piedra vuelve a despertar, este c铆rculo puede destruirla. No para contener su poder, sino para purificarlo.

Ella lo mir贸, desesperada.

—¿Y si fallo? ¿Y si no soy lo bastante fuerte?


Flamel sonri贸, y en esa sonrisa hab铆a amor, orgullo… y despedida.

—La sabidur铆a solo sirve… si el coraz贸n la gu铆a. Y tu coraz贸n, Naomi, ha guiado m谩s almas de las que imaginas.

El c铆rculo dorado comenz贸 a elevarse del suelo, girando lentamente a su alrededor.

El aire se llen贸 de un sonido suave, como un coro de campanas lejanas.

Flamel se situ贸 en el centro, levantando la Piedra entre sus manos.

—Por la luz que fue, por el fuego que queda, por la vida que di —susurr贸—, que el alma encuentre su reposo.

El resplandor fue cegador.

El c铆rculo gir贸 m谩s r谩pido, envolvi茅ndolo por completo. Naomi intent贸 avanzar, pero una barrera invisible la detuvo.

—¡Profesor! —grit贸, golpeando el aire—. ¡No lo haga!

Flamel la mir贸 por 煤ltima vez. Su cuerpo empezaba a disolverse en fragmentos de luz.

—La muerte no es el final, Naomi. Es la 煤ltima transmutaci贸n.

El fragmento oscuro de la Piedra estall贸, liberando un grito que no era sonido sino energ铆a pura.

La luz dorada se expandi贸, empujando las sombras fuera del laboratorio.

Y, por un instante, el rostro de Noctyra apareci贸 reflejado en el aire: furiosa, distorsionada, debilitada.

—Maldito alquimista… —susurr贸 su voz desde la nada—. No podr谩s detener el silencio.

Pero Flamel, sereno, extendi贸 su mano luminosa.

—Mientras alguien recuerde… el silencio nunca vencer谩.

Con esa 煤ltima frase, su cuerpo se desvaneci贸 en una lluvia de polvo dorado.

El c铆rculo se deshizo, dejando tras de s铆 una suave brisa y un aroma a azahar.

Naomi cay贸 de rodillas, sollozando, con el libro de cuero blanco entre sus manos.

Cuando la luz se disip贸, el laboratorio qued贸 vac铆o.

Solo una marca dorada brillaba en el suelo, con la forma de un f茅nix resurgiendo del fuego.

Frank lleg贸 minutos despu茅s, jadeante.

Al verla, se detuvo en seco.

—Naomi… ¿D贸nde est谩 Flamel?

Ella levant贸 la mirada, los ojos enrojecidos, la voz quebrada.

—Nos dio su 煤ltimo don… y se fue con la luz.

Frank la abraz贸 sin decir palabra.

En el aire, a煤n flotaban motas de oro, como si la esencia de Flamel los envolviera.

Y desde alg煤n rinc贸n invisible del universo, una voz suave, apenas un eco, murmur贸:

“La alquimia no transforma el mundo… transforma al que se atreve a amar.”

Entonces el silencio volvi贸 a caer.

Pero esta vez, no era el silencio del vac铆o… sino el de una paz conquistada a trav茅s del sacrificio.


Cap铆tulo 14 – La ca铆da del eco


Las campanas del Big Ben apenas alcanzaban a resonar sobre Londres cuando el cielo se torn贸 gris ceniza. Una neblina espesa descend铆a desde los tejados del Ministerio de Magia, arrastrando un fr铆o antinatural. Las calles m谩gicas se silenciaban una a una, como si el aire mismo contuviera la respiraci贸n.

El eco de una voz femenina, apenas perceptible, flot贸 entre la bruma:

—El ruido del alma… debe cesar.

Y entonces, el primer impacto sacudi贸 el Atrio principal.

Las puertas doradas del Ministerio se abrieron con un rugido de energ铆a oscura. Decenas de figuras encapuchadas emergieron del humo, sus t煤nicas blancas brillando con destellos plateados. Eran Los Silentes, los seguidores de Noctyra. Sus varitas no emit铆an sonido alguno; los hechizos cortaban el aire sin pronunciar palabras, como cuchillos de luz gris.

Dentro, Brendy alz贸 su varita y grit贸:

—¡Defensores, posiciones! ¡Por Elyn!

La Orden de Elyn respondi贸 en formaci贸n. Frank, con la Varita de Sa煤co en la mano, se adelant贸 entre el humo. Su voz, firme y resonante, se elev贸 sobre el caos:

—¡Por Flamel! ¡Por todos los que dieron su alma por la luz!

Una explosi贸n de fuego blanco barri贸 el atrio. Fragmentos de m谩rmol se elevaron como polvo dorado. Los Silentes contraatacaron, y el suelo se parti贸 como cristal bajo sus pasos. El sonido se desvaneci贸 por completo; ni los hechizos, ni los gritos, ni el estallido de la batalla pod铆an escucharse. El silencio reinaba, sofocante.

Desde el corredor del Consejo, Hermione Granger apareci贸 liderando refuerzos.

Tras ella, una figura conocida avanz贸 con paso decidido: Harry Potter, su t煤nica ondeando entre las chispas. Su mirada se cruz贸 con la de Frank, y ambos asintieron con un respeto silencioso.

—Nunca pens茅 volver al Ministerio de esta manera —murmur贸 Harry, alzando su varita.

—Ni yo —respondi贸 Frank con una media sonrisa—. Pero esta vez… no luchamos solos.

La Orden del F茅nix y la Orden de Elyn se unieron por primera vez en la historia.

Luz contra oscuridad.

Recuerdo contra olvido.

El atrio se transform贸 en un campo de rel谩mpagos. Los Silentes invocaban sombras que absorb铆an los hechizos, devorando los colores a su alrededor. Harry lanz贸 un Protego Maxima que estall贸 en un domo dorado, protegiendo a varios magos ca铆dos. Hermione canalizaba su energ铆a junto a Brendy, quien grit贸:

—¡Naomi! ¡Necesitamos tu poder en el flanco este!

Naomi apareci贸 entre el humo, su t煤nica desgarrada, los ojos brillando con la energ铆a del Vox Caeli. El fragmento de la Piedra del Alma colgaba de su cuello como un sol agrietado.

Alzando ambas manos, conjur贸 una r谩faga de energ铆a azul celeste que rompi贸 el manto de silencio por un instante. Su voz atraves贸 la oscuridad:

—¡Por Flamel!

En ese momento, una visi贸n la golpe贸 con fuerza.

El rostro de Nicolas Flamel, sonriendo entre luces doradas.

Y su voz… su 煤ltima ense帽anza, resonando en lo m谩s profundo de su mente:

"El alma no se destruye… se transforma."

Naomi cay贸 de rodillas, l谩grimas brillando en sus mejillas. Pudo sentirlo: el sacrificio de Flamel hab铆a sellado parte del poder de Noctyra, pero no todo. Su alma a煤n resonaba en el fragmento de la piedra, latiendo d茅bilmente.

Mientras tanto, en el coraz贸n del Ministerio, Frank y Harry enfrentaban al alto comandante de los Silentes: una figura encapuchada con una m谩scara de plata.

—No puedes detener lo que ya ha comenzado —susurr贸 el enemigo sin mover los labios—. El silencio ya ha sido sembrado.

Frank alz贸 la Varita de Sa煤co.

—Entonces yo lo arrancar茅 de ra铆z.

Una descarga de magia pura estall贸, rompiendo columnas y lanzando destellos por todo el atrio. Harry se uni贸, conjurando un Expulso que desintegr贸 parte de la m谩scara enemiga, revelando unos ojos blancos y vac铆os.

—Noctyra nos observa —dijo la criatura, antes de implosionar en una esfera de vac铆o.

El impacto los lanz贸 hacia atr谩s.

Hermione conjur贸 una barrera a tiempo, pero su respiraci贸n era entrecortada.

—¡Frank! ¡El eco… est谩 absorbiendo la magia del edificio!

El techo comenz贸 a derrumbarse.

Brendy, ensangrentada, conjur贸 un muro de contenci贸n con un rugido:

—¡No morir谩n aqu铆!

La energ铆a la envolvi贸, transform谩ndola en un faro de luz carmes铆.

Newt Scamander apareci贸 en el borde del atrio, sosteniendo un artefacto de contenci贸n m谩gica.

—¡Frank! Si canalizas el Vox Caeli en esto, podremos sellar la brecha temporal.

—¿Cu谩nto tiempo tenemos? —grit贸 Frank.

—¡Un minuto… tal vez menos!

Frank cerr贸 los ojos, concentrando toda la energ铆a de la Varita de Sa煤co. Naomi se uni贸, sus manos sobre las suyas. La Varita comenz贸 a brillar como una estrella atrapada.

Ambos pronunciaron en voz baja, juntos:

—Vox Caeli… Lumina aeternum.

Una columna de luz ascendi贸 por el atrio, expandi茅ndose hacia el cielo. Los Silentes se disolvieron como sombras quemadas por el sol. La ciudad entera vibr贸. Y durante unos segundos, el silencio se rompi贸… solo para regresar con una calma m谩s profunda.

Londres qued贸 sumido en un amanecer gris.

El Ministerio, en ruinas.

Los cuerpos de magos y Silentes cubr铆an el suelo.

Hermione observ贸 a Frank y a Naomi, exhaustos, apoyados uno en otro.

Harry se acerc贸 y dijo, con una voz cansada pero firme:

—Ganamos… pero algo me dice que esto no ha terminado.

Frank mir贸 hacia el cielo. Entre las nubes, un eco reson贸 d茅bilmente, una voz femenina que solo 茅l y Naomi pudieron o铆r:

"Apenas despierto… y ya me temen."

Era Noctyra.

El silencio se extendi贸 de nuevo sobre Londres.

Un silencio… que ya no era natural.


Cap铆tulo 15 – El Velo Interior


El Ministerio de Magia yac铆a en ruinas.

Columnas enteras se hab铆an desplomado, los mosaicos del atrio principal —aquellos que alguna vez glorificaron la paz y la justicia— estaban quebrados y ba帽ados por el resplandor mortecino de los hechizos disipados. El aire ol铆a a ceniza y a magia rota.

A煤n se escuchaban algunos ecos: murmullos de sanadores, pasos apresurados, el chisporroteo de un Protego que se desvanec铆a.

En medio de ese silencio post-batalla, Harry Potter caminaba entre los escombros. Su capa estaba rasgada, su rostro cubierto de holl铆n, pero su mirada manten铆a el brillo de aquel joven que alguna vez hab铆a enfrentado a la oscuridad y sobrevivido.

A su lado, Frank, l铆der de la Orden de Elyn, sosten铆a su varita como si fuera un bast贸n y una promesa a la vez.

Ambos se detuvieron frente a lo que quedaba de la fuente m谩gica del atrio: las estatuas rotas de brujas, magos y el f茅nix dorado. La criatura, aunque mutilada, a煤n manten铆a una chispa de fuego en el ojo.

Harry rompi贸 el silencio primero.

—Nunca pens茅 que volver铆a a ver al Ministerio as铆. —Sus palabras eran un suspiro cargado de memoria—. Ni siquiera en la guerra contra Voldemort hab铆a sentido algo… tan vac铆o.

Frank asinti贸, observando las sombras proyectadas en el m谩rmol agrietado.

—Esta vez no pelean por poder ni venganza… —dijo con voz grave—. Pelean por borrar lo que somos. Noctyra no quiere conquistar, Harry. Quiere silenciar la esencia misma de la magia.

Harry lo mir贸 con respeto, reconociendo en 茅l el mismo peso que hab铆a visto en Dumbledore.

—Entonces tenemos que asegurarnos de que no lo logre —respondi贸 con firmeza—. T煤 tienes tu Orden, y yo la m铆a… pero ambos seguimos su ense帽anza.

Frank baj贸 la mirada hacia el suelo donde, entre los restos de piedra, se distingu铆a una peque帽a placa dorada cubierta de polvo. La limpi贸 con la mano y pudo leer una inscripci贸n oxidada:

“Dumbledore – La luz m谩s brillante no teme la sombra.”

Un silencio reverente los envolvi贸.

Frank habl贸 despacio, como si las palabras pesaran toneladas:

—脡l nos ense帽贸 que la magia sin alma no es m谩s que destrucci贸n.

—Y que el alma —agreg贸 Harry— siempre encuentra una forma de recordar qui茅n es.

Ambos se miraron, y en ese instante el tiempo pareci贸 detenerse. Los murmullos de los sanadores desaparecieron. El fuego del f茅nix chispe贸, ardiendo brevemente con un destello dorado.

Harry extendi贸 su mano.

—Frank, la Orden del F茅nix permanecer谩 aqu铆. Defenderemos el Ministerio, protegeremos a los inocentes. T煤… sigue el camino que Dumbledore te mostr贸.

Frank estrech贸 su mano con fuerza.

—Y la Orden de Elyn llevar谩 esa luz al Velo, donde todo comenz贸.

Hizo una pausa, observando los escombros que alguna vez fueron s铆mbolo de autoridad.

—Si no regresamos… dile al mundo que lo intentamos con el alma.

Harry sonri贸 apenas, con la serenidad de quien ha vivido demasiadas despedidas.

—No digas eso. —Su mirada se endureci贸—. He visto morir demasiadas esperanzas para permitir que esta sea otra.

Hizo un gesto con la cabeza hacia los sanadores y aurores que se mov铆an alrededor—. Londres puede estar herido, pero mientras exista un solo mago dispuesto a pelear… el eco de la oscuridad no ser谩 lo 煤ltimo que se escuche.

El fuego del f茅nix volvi贸 a brillar.

Frank, en silencio, sac贸 su varita y la alz贸 hacia el techo derrumbado. Un resplandor blanco eman贸 de la punta, formando un s铆mbolo antiguo en el aire: el c铆rculo de Elyn, flotando junto al emblema del F茅nix conjurado por Harry.

Ambos s铆mbolos se entrelazaron, girando lentamente hasta fundirse en una espiral de luz.

—Por Dumbledore —dijo Harry.

—Por la magia… y por lo que somos —respondi贸 Frank.

La espiral estall贸 en un destello dorado que ascendi贸 hacia el cielo de Londres, disipando moment谩neamente las nubes oscuras.

Horas m谩s tarde, en los pasillos internos del Ministerio, Naomi observaba los fragmentos del c铆rculo alqu铆mico dejado por Flamel. Sus dedos temblaban mientras segu铆a las l铆neas grabadas sobre una mesa rota.

Eran trazos antiguos, vivos, que parec铆an respirar.

—No es un portal f铆sico —murmur贸 para s铆—. Es un camino… dentro del alma.

Hermione, agotada pero serena, la observ贸 desde la distancia.

—¿Crees que Flamel lo sab铆a?

Naomi asinti贸 lentamente.

—脡l lo sab铆a todo. Nos estaba preparando.

Frank se acerc贸 a ellas, su rostro iluminado por una tenue llama azul.

—¿Lo has descifrado?

—S铆 —respondi贸 Naomi, girando hacia 茅l—. Pero no s茅 si estoy lista para abrirlo.

Frank coloc贸 una mano sobre su hombro.

—Nadie est谩 listo para mirar dentro de su propio Velo. Pero no tenemos otra opci贸n.

Cerr贸 los ojos y respir贸 hondo. El aire del Ministerio todav铆a cargaba con el aroma de la guerra. Luego, con un gesto solemne, se sent贸 frente al c铆rculo y coloc贸 su varita en el centro.

El suelo vibr贸.

La llama azul se torn贸 blanca.

Y el mundo, poco a poco, comenz贸 a desvanecerse.

Frank sinti贸 su conciencia deslizarse por un t煤nel de luz l铆quida. Voces antiguas susurraban su nombre: Elyn… Dumbledore… Velo…

Hasta que, entre las ondas de energ铆a pura, una figura se materializ贸 frente a 茅l.

Era Albus Dumbledore, envuelto en un resplandor plateado. Su mirada era la misma de siempre: sabia, compasiva y profundamente humana.

—Profesor… —susurr贸 Frank, con un nudo en la garganta.

—No m谩s t铆tulos, mi querido muchacho —dijo Dumbledore con una sonrisa suave—. Aqu铆, todos somos solo almas recordando qui茅nes fuimos.

Frank cay贸 de rodillas.

—El mundo se apaga, Albus. Noctyra est谩 m谩s all谩 de lo que podemos detener. Flamel… se sacrific贸. ¿Qu茅 m谩s podemos dar?

Dumbledore se acerc贸 y puso una mano sobre su hombro.

—El alma no se gana venciendo, sino recordando qui茅nes somos.

Su voz era un eco y una melod铆a a la vez.

—T煤 ya tienes la respuesta, Frank. Solo olvida el miedo. La alquimia del alma no transforma la materia… transforma el recuerdo.

El entorno vibr贸, convirti茅ndose en un mar de luces doradas.

Frank levant贸 la vista.

—Entonces… ¿a煤n hay esperanza?

Dumbledore sonri贸.

—Mientras el amor exista… siempre.

El mundo comenz贸 a desvanecerse otra vez, y Frank sinti贸 que regresaba al cuerpo, empapado en sudor, con l谩grimas en los ojos. Naomi lo sosten铆a, preocupada.

—¿Qu茅 viste? —pregunt贸 ella.

Frank respir贸 con dificultad, su voz quebrada entre el asombro y la certeza.

—A Dumbledore… y el camino hacia el alma.

Mir贸 el c铆rculo de Flamel, ahora resplandeciendo con un tono dorado intenso.

—El Velo interior nos espera. Y esta vez, no iremos solos.


Cap铆tulo 16 – El regreso del silencio


La noche cay贸 sobre Inglaterra como una sombra l铆quida.

No hubo trueno, ni viento, ni el susurro del aire entre los 谩rboles. Solo un vac铆o absoluto.

Los relojes se detuvieron a medianoche. Las campanas del Big Ben se alzaron… y murieron antes de emitir sonido.

Desde las alturas de Londres, un resplandor p谩lido comenz贸 a expandirse.

En el centro del resplandor, Noctyra se alzaba sobre una torre derruida, envuelta en un manto que parec铆a absorber la luz. Sus ojos, dos lunas negras sin fondo, se abrieron lentamente.

Con un simple gesto de su mano, el aire se quebr贸 en un estallido invisible.

Los p谩jaros cayeron del cielo. Los r铆os enmudecieron. Inglaterra entera fue devorada por el Silencio.

En los campos devastados cerca de Hogsmeade, Frank, Naomi, Brendy y Newt lideraban lo que quedaba de la Orden de Elyn.

Una docena de magos y brujas, los rostros tiznados de holl铆n, las varitas temblando, el miedo oculto tras miradas decididas.

Pero ahora… no pod铆an hablar.

Frank alz贸 su varita de Sa煤co y trat贸 de conjurar un Protego Maxima, pero ning煤n sonido emergi贸.

Aun as铆, la magia obedeci贸.

El aire vibr贸 con una fuerza muda, y una c煤pula luminosa se alz贸 protegiendo al grupo.

Brendy gir贸 hacia Naomi.

Sus labios se movieron: “¿Est谩s bien?”

Naomi asinti贸, aunque sus ojos estaban llenos de l谩grimas.

Sus dedos temblaban sobre el c铆rculo de alquimia que hab铆a trazado en el suelo con polvo de plata y sangre de f茅nix.

Newt, a su lado, abri贸 su malet铆n. De su interior salieron decenas de criaturas m谩gicas: hipogrifos, graphorns, thestrals, e incluso un joven f茅nix que a煤n ard铆a d茅bilmente.

Cada criatura rugi贸… pero no se oy贸 nada.

Solo las vibraciones del suelo, el choque de las alas, el eco invisible de un mundo ahogado.

El cielo se abri贸 en grietas negras.

Los Silentes descendieron como sombras l铆quidas, movi茅ndose entre la bruma.

No ten铆an rostros. Solo siluetas humanas envueltas en negrura, con ojos apagados.

Sus varitas no brillaban; su magia era pura absorci贸n.

Brendy corri贸 hacia ellos, su capa ondeando.

Su varita se encendi贸 con fuego violeta, y su boca se abri贸 en un grito que nadie oy贸.

El fuego choc贸 con la oscuridad, creando destellos que parec铆an romper el tiempo.

Golpe贸, esquiv贸, rod贸 en el suelo. Uno de los Silentes la alcanz贸 en el pecho con una daga et茅rea, pero ella gir贸 y lanz贸 un Stupefy silencioso que lo desintegr贸.

Frank se uni贸 a ella, movi茅ndose con una precisi贸n casi sobrehumana.

Sus ojos buscaban a Noctyra, pero solo ve铆a el vac铆o extendi茅ndose como una marea infinita.

A su lado, Newt liber贸 una bandada de occamys que envolvieron a los Silentes en espirales de luz, devorando la energ铆a oscura de sus cuerpos.

En el centro del campo, Naomi segu铆a concentrada.

El c铆rculo de alquimia comenzaba a brillar.

Los s铆mbolos antiguos de Flamel se encend铆an uno a uno, creando una red de energ铆a dorada que atravesaba el suelo.

Pero algo dentro de ella se quebr贸: la Piedra del Alma lat铆a con violencia, como si un coraz贸n oscuro intentara escapar.

De pronto, el aire vibr贸 y Noctyra apareci贸 frente a ella.

Su manto ondeaba sin viento. Su rostro, p谩lido y hermoso, parec铆a el de una estatua antigua.

Movi贸 los labios… pero Naomi solo escuch贸 el eco dentro de su mente:

“Todo dolor nace del sonido… del grito del alma. Yo solo traer茅 la paz.”

Naomi retrocedi贸, su varita en alto, el miedo helando su piel.

“¡No entiendes!”, pens贸, empujando su magia hacia el c铆rculo.

El oro del alquimista se volvi贸 rojo.

El fuego ascendi贸 en espirales.

El suelo tembl贸 con fuerza.

Frank apareci贸 entre las sombras, lanzando un hechizo con la Varita de Sa煤co.

La energ铆a choc贸 contra Noctyra, iluminando el silencio con una llamarada blanca.

Pero ella lo absorbi贸 con su palma, sonriendo con una calma insoportable.

“El ruido… eres t煤, Frank. T煤 y los que a煤n recuerdan.”

Frank se acerc贸, la mirada firme, su varita temblando con pura determinaci贸n.

Clav贸 los ojos en los de ella y, sin voz, pronunci贸 el hechizo m谩s poderoso que conoc铆a.

Una ola de luz sali贸 disparada, envolvi茅ndolos a ambos.

El impacto hizo temblar toda Inglaterra.

Brendy cay贸 de rodillas.

Naomi grit贸, aunque su voz no exist铆a.

El c铆rculo de alquimia se activ贸, abriendo un v贸rtice de luz que absorbi贸 las sombras.

Newt, desde la distancia, observ贸 con l谩grimas en los ojos c贸mo las criaturas se sacrificaban, ardiendo en fuego puro mientras conten铆an la expansi贸n del hechizo.

Y entonces, por un instante…

El silencio se rompi贸.

Un eco reson贸 en el aire.

Un murmullo primero, luego un rugido, luego un canto.

“VOX CAELI…”

La voz de la magia volvi贸 al mundo.

Las ondas sonoras estallaron como un amanecer.

Los Silentes se desintegraron.

Noctyra fue arrastrada hacia el c铆rculo en un torbellino de fuego y luz.

Frank y Naomi, exhaustos, cayeron de rodillas mientras el aire vibraba con la fuerza de mil almas.

El silencio hab铆a vuelto… solo que esta vez, no era vac铆o, sino paz.

Brendy se acerc贸 a Naomi y la sostuvo con ternura.

Newt, con la mirada perdida en el horizonte, susurr贸:

—El mundo… ha vuelto a respirar.

Frank alz贸 la vista al cielo, donde las estrellas reaparec铆an entre los restos de humo.

Y en su mente, escuch贸 una voz conocida, la de Dumbledore:

“Donde hubo silencio… florecer谩 la verdad.”

El amanecer despunt贸, y el eco de la batalla se desvaneci贸 con los primeros rayos de sol.


Cap铆tulo 17 – La Transmutaci贸n


El amanecer lleg贸 cubierto por un velo gris.

Londres, apenas despierta del hechizo del silencio, parec铆a un cad谩ver iluminado.

Las calles estaban vac铆as, los relojes a煤n no marcaban el paso del tiempo, y el aire ol铆a a magia vieja… a la clase de energ铆a que no pertenece a los vivos.

En los restos del campo de batalla, Frank sosten铆a la Varita de Sa煤co entre sus dedos, sintiendo c贸mo pulsaba al ritmo de su coraz贸n.

A su alrededor, la Orden de Elyn reconstru铆a lo que pod铆a. Brendy atend铆a a los heridos, y Newt, arrodillado, escrib铆a notas sobre criaturas que ya no exist铆an.

Pero Naomi no despertaba.

Ella flotaba en el aire, suspendida sobre el c铆rculo alqu铆mico que Flamel le hab铆a ense帽ado a completar.

Su cuerpo parec铆a dormido, pero de su pecho emanaban hilos de luz que serpenteaban hacia el suelo, fundi茅ndose con los s铆mbolos que brillaban bajo sus pies.

—Naomi… —susurr贸 Frank, su voz ronca—. No te atrevas a irte todav铆a.

Una r谩faga helada recorri贸 el campo.

La luz del amanecer se curv贸, distorsionada, y de entre las sombras emergi贸 una figura encapuchada.

Sus pasos no hac铆an ruido.

Pero Frank reconoci贸 el andar firme, el aura de poder contenida.

Harry Potter.

Llevaba el abrigo negro de la Orden del F茅nix, su varita en una mano… y en la otra, un objeto peque帽o, oscuro, que brillaba con un fulgor suave.

Frank dio un paso atr谩s, sorprendido.

Harry se detuvo frente a 茅l, con una expresi贸n grave, pero serena.

—Dumbledore siempre dec铆a que las reliquias no son instrumentos de dominio, sino de decisi贸n —dijo, su voz resonando con calma—. T煤 decidiste proteger al mundo, no gobernarlo. Por eso… esto te pertenece.

Abri贸 su mano.

En su palma reposaba una piedra negra, lisa, grabada con un s铆mbolo triangular casi borrado por el tiempo.

La Piedra de la Resurrecci贸n.

Frank la mir贸, sintiendo un escalofr铆o recorrerle el alma.

El aire pareci贸 vibrar con el eco de las almas dormidas.

—Cre铆 que la hab铆as destruido —dijo, apenas en un murmullo.

Harry neg贸 suavemente.

—No se puede destruir lo que pertenece al alma. Solo esconderlo… o usarlo cuando el coraz贸n est茅 listo.

Hizo una pausa, y su mirada se suaviz贸.

—Yo la guard茅 todos estos a帽os, esperando no volver a necesitarla. Pero t煤… t煤 tienes una hija ah铆 dentro, y un mundo que a煤n respira gracias a ti.

Le tendi贸 la piedra.

—Haz lo que debes, Frank. No por el poder, sino por amor.

Frank extendi贸 la mano.

La piedra era fr铆a como el hielo, pero en cuanto la sostuvo, una corriente c谩lida subi贸 por su brazo, directo al coraz贸n.

El s铆mbolo de las Reliquias de la Muerte brill贸 en su piel, justo bajo la Varita de Sa煤co.

Por un instante, oy贸 susurros.

Voces que ven铆an de muy lejos: Flamel, Dumbledore, Cyril, Alaric… y tantos otros que hab铆an ca铆do.

Harry dio un paso atr谩s y asinti贸.

—Haz que valga la pena, viejo amigo.

Luego se desvaneci贸 entre el humo, su silueta disolvi茅ndose con la primera luz del d铆a.

Frank gir贸 hacia el c铆rculo.

Naomi flotaba m谩s alto ahora, envuelta en un resplandor dorado que contrastaba con el cielo gris.

El aire se estremec铆a a su alrededor; la alquimia del alma hab铆a comenzado.

Frank apret贸 la piedra en una mano y la Varita de Sa煤co en la otra.

El poder de ambas reliquias vibr贸 al un铆sono, y de pronto el mundo se quebr贸.

El suelo desapareci贸.

El cielo se rasg贸 en dos.

Y el plano f铆sico se fundi贸 con el espiritual.

El Velo se abri贸 ante ellos.

Un mar de luz l铆quida los rode贸, flotando en un horizonte sin suelo ni cielo.

Naomi estaba all铆, de pie, su cuerpo brillando con energ铆a alqu铆mica.

Frente a ella, la figura de Noctyra, resplandeciente y oscura a la vez, emerg铆a del vac铆o.

Su voz llen贸 el aire con una dulzura mortal:

—¿Crees que puedes cambiar la naturaleza del alma? No puedes transmutar lo que fue roto al nacer.

Naomi alz贸 la mirada, su rostro tranquilo, aunque una l谩grima recorr铆a su mejilla.

—No quiero cambiarla —dijo—. Quiero recordarla.

Frank apareci贸 a su lado, la Varita de Sa煤co alzada.

La piedra de la resurrecci贸n brill贸, proyectando un c铆rculo de fuego blanco alrededor de ellos.

Y entonces, las almas comenzaron a aparecer.

Fantasmas de luz pura.

Cyril, Flamel, Alaric, incluso Dumbledore.

Todos emergieron del resplandor, formando una barrera viva entre ellos y Noctyra.

El alma de Flamel sonri贸 con ternura.

—La alquimia del alma no transforma la materia, sino el prop贸sito. Deja que la luz recuerde lo que fue olvidado.

Naomi extendi贸 sus manos hacia el c铆rculo de s铆mbolos.

La energ铆a de la Piedra del Alma se desbord贸, conect谩ndose con la Varita de Sa煤co y la Piedra de la Resurrecci贸n.

El tri谩ngulo de las reliquias se form贸 en el aire, girando lentamente, como un sol blanco naciente.

Noctyra grit贸, su voz distorsionando el plano entero.

El Velo comenz贸 a desmoronarse.

Las sombras intentaron huir, pero la luz los alcanz贸 uno por uno, desintegr谩ndolos en pura memoria.

Frank sinti贸 su cuerpo arder.

Cada nervio, cada c茅lula se fund铆a en energ铆a.

Naomi, a su lado, grit贸 mientras su alma se un铆a a la alquimia final.

—¡Padre! ¡No me sueltes!

Frank la tom贸 de la mano.

—Nunca lo har茅. No mientras recuerde qui茅n eres.

Las tres reliquias estallaron en un haz de luz infinita.

La Varita, la Piedra, y el poder de la alquimia se unieron.

Y de ese destello nacieron alas.

Noctyra fue envuelta por el resplandor, y por primera vez, su rostro mostr贸 temor.

—¿Qu茅… qu茅 est谩s haciendo?

—No te destruyo —respondi贸 Naomi—. Te libero.

El grito de la diosa del silencio se desvaneci贸 como un suspiro.

Y el Velo se cerr贸, con un sonido que fue mitad trueno, mitad canto.

Cuando todo termin贸, el mundo volvi贸 a respirar.

Frank y Naomi yac铆an en el suelo, rodeados de ruinas.

El cielo, despejado al fin, mostraba un amanecer limpio.

Naomi abri贸 los ojos y vio a su padre sonre铆r, exhausto pero vivo.

En su mano, los fragmentos de la Varita de Sa煤co a煤n ard铆an suavemente.

La Piedra de la Resurrecci贸n hab铆a desaparecido.

—Lo hicimos —susurr贸 ella.

Frank asinti贸.

—No. T煤 lo hiciste, hija m铆a. Yo solo te ayud茅 a recordar qui茅n eras.

Brendy y Newt se acercaron corriendo entre el polvo.

El mundo m谩gico, otra vez, hab铆a sobrevivido a su propia oscuridad.


CAP脥TULO 18 – La voz del amor


El mundo estaba mudo.

No era un silencio normal… era un silencio que pesaba, que aplastaba, que devoraba.

Inglaterra entera estaba envuelta en un manto de ausencia total, donde ni siquiera los pensamientos parec铆an seguros.

Frank y Naomi estaban dentro del c铆rculo alqu铆mico trazado por Flamel, rodeados por un torbellino de luz y sombra. El cielo se hab铆a abierto como una herida y el plano espiritual vibraba encima del f铆sico como dos hojas superpuestas.

A su alrededor, Noctyra avanzaba lentamente, su figura blanca y espesa como un velo h煤medo, sus ojos negros —dos lunas vac铆as— brillando con un hambre insondable.

Brendy, sangrando pero firme, sosten铆a sus protecciones defensivas sin poder emitir ni un solo grito. Newt, detr谩s de ella, liberaba criaturas luminosas que apenas pod铆an moverse en la presi贸n del hechizo de silencio.

Y en el centro del c铆rculo, Naomi temblaba.

La Piedra del Alma flotaba frente a ella, partida, vibrando como si contuviera miles de voces queriendo salir… pero incapaces de hacerlo.

Frank, con la Varita de Sa煤co alzada, intentaba canalizar energ铆a hacia ella, pero el silencio lo asfixiaba tambi茅n. Ni un sonido, ni un suspiro, ni un latido audible.

Era como si el mundo hubiera muerto antes que ellos.

La aproximaci贸n de Noctyra

Noctyra dio un paso.

El suelo se raj贸.

Otro paso.

El cielo mismo pareci贸 hundirse.

Cuando extendi贸 una mano hacia Naomi, la temperatura cay贸 abruptamente.

Una palabra se form贸 en el aire, escrita con escarcha invisible:

“Silencio eterno.”

Frank intent贸 moverse, pero una fuerza invisible lo clav贸 al suelo.

Brendy quiso correr hacia Naomi, pero un muro de silencio la atrap贸 en un campo inm贸vil.

Y Naomi…

Naomi sinti贸 que su alma se hund铆a.

La oscuridad entr贸 en ella como un r铆o fr铆o, rob谩ndole recuerdos, sensaciones, colores.

Noctyra susurraba sin sonido:

“Vac铆o… descanso… olvido…”

El c铆rculo alqu铆mico empez贸 a debilitarse.

Las runas de Flamel parpadeaban, apag谩ndose una a una.

La Piedra del Alma empez贸 a absorber energ铆a.

Y Naomi sinti贸 que iba a desaparecer.

La chispa del recuerdo

De pronto, algo toc贸 su conciencia.

Una imagen.

Una figura en medio del Velo.

Dumbledore.

Su voz —que no deb铆a poder escucharse— son贸 clara dentro de ella:

“El alma no es silencio… ni ruido.

El alma es lo que amamos.

Recu茅rdalo, Naomi.”

La joven abri贸 los ojos.

Las runas volvieron a encenderse.

El c铆rculo vibr贸 como un coraz贸n.

Noctyra retrocedi贸 un paso.

Los ojos negros parpadearon, confundidos.

La voz imposible

Naomi inhal贸 profundamente.

Frank pudo sentirlo.

Brendy tambi茅n.

Newt, sorprendido, vio que la luz en los ojos de la joven cambiaba…

como si alguien m谩s estuviera dentro de ella, gui谩ndola.

Y entonces…

Naomi habl贸.

En medio del hechizo absoluto de silencio.

En medio del mundo apagado.

Naomi habl贸.

Con una voz suave.

Temblorosa.

Pero real.

—El amor no es ruido… —dijo, su voz expandi茅ndose como una onda de luz— es lo que da sentido al silencio.

El sonido atraves贸 el aire como un rayo.

Las criaturas m谩gicas alzaron la cabeza, incr茅dulas.

Los retratos de Hogwarts parpadearon en la distancia.

Los magos supervivientes sintieron un escalofr铆o.

Y Noctyra… retrocedi贸 como si hubiese sido quemada.

El estallido del c铆rculo

El c铆rculo alqu铆mico reaccion贸 de inmediato.

La luz se expandi贸.

La Piedra del Alma tembl贸 violentamente en el aire.

Naomi levant贸 una mano temblorosa hacia la piedra.

Su voz sigui贸 resonando, m谩s fuerte, m谩s segura:

—Noctyra, no voy a dejar que alimentes el vac铆o con el dolor de los dem谩s.

—El silencio no es tuyo… y las almas no te pertenecen.

La piedra empez贸 a agrietarse.

Frank sinti贸 la onda m谩gica golpearlo.

Brendy cay贸 de rodillas, con l谩grimas saliendo sin sonido.

Noctyra grit贸 sin voz, su figura temblando, deshaci茅ndose.

La energ铆a se derram贸 como un torrente.

La liberaci贸n

Naomi cerr贸 los ojos y dio el 煤ltimo empuj贸n:

—¡Lib茅rense!

La Piedra del Alma estall贸.

Un estallido de luz blanca atraves贸 todo el campo de batalla.

Miles de almas —peque帽os fragmentos luminosos como luci茅rnagas— salieron disparadas en todas direcciones.

Algunas rozaron el cabello de Naomi.

Otras pasaron junto a Frank, dej谩ndole una sensaci贸n c谩lida.

Un par se inclinaron ante Brendy.

Newt vio criaturas et茅reas resurgir por un instante para agradecerle.

En el cielo, la grieta del Velo Interior se cerr贸 lentamente…

como un p谩rpado que termina de llorar.

El silencio se rompi贸.

Regresaron los sonidos.

Los respiraciones.

Los suspiros.

Las l谩grimas.

Y el primer sonido que volvi贸 al mundo fue la voz de Naomi, d茅bil, pero viva:

—Pap谩… —lo mir贸— lo logramos.

Frank cay贸 de rodillas y la abraz贸 con fuerza.

Brendy solloz贸 como una ni帽a.

Newt cerr贸 los ojos, agotado, pero sonriendo.

Noctyra… ca铆da, pero no destruida

La villana retrocedi贸, su forma hecha jirones.

El estallido hab铆a destruido su conexi贸n con las almas…

pero no su existencia.

Se desvaneci贸 en un vapor negro que se repleg贸 hacia la nada.

Antes de desaparecer, susurr贸 —esta vez con voz audible—:

“El 煤ltimo silencio… a煤n vendr谩.”

Y luego desapareci贸…

Dejando solo ceniza blanca en el aire.

La luz vuelve al mundo

Por primera vez en d铆as, Inglaterra respir贸.

Las criaturas m谩gicas volvieron a emitir sonidos d茅biles.

Los magos sobrevivientes se abrazaron.

Los retratos recobraron sus voces.

Y el eco de Naomi sigui贸 vibrando en el aire…

Una voz que hab铆a desafiado lo imposible.

Una voz que hab铆a roto el silencio absoluto.

Una voz de amor.


Cap铆tulo 19 – El fin del Velo


El silencio a煤n flotaba como una neblina sobre la explanada destrozada, pero ya no era absoluto: fragmentos de sonido comenzaban a renacer, como si el mundo recuperara la respiraci贸n que hab铆a perdido. Naomi todav铆a estaba arrodillada dentro del c铆rculo, exhausta, rodeada de destellos dorados que se desvanec铆an poco a poco. Frank se manten铆a firme a su lado, sosteniendo la Piedra de la Resurrecci贸n, ahora agrietada, mientras la energ铆a espiritual regresaba a su equilibrio natural.

En el centro del caos, Noctyra oscilaba entre la existencia y el olvido. Su cuerpo, hecho de sombras densas, temblaba como si estuviera siendo devorado por su propio hechizo. La magia que hab铆a desatado empezaba a absorberla lentamente, como una serpiente que muerde su propia cola.

Frank dio un paso hacia ella, a煤n jadeante.

—Noctyra… det茅n esto. A煤n puedes…

Ella levant贸 la cabeza. No hab铆a odio en sus ojos esta vez; hab铆a miedo. Un miedo antiguo, casi humano.

—No… no puedo detener lo que yo misma desat茅 —susurr贸—. El silencio era mi 煤nica forma de escapar… y ahora me reclama.

Una grieta de luz blanca se abri贸 detr谩s de ella, succionando las sombras de su cuerpo. Sus manos temblaron. Desesperada, trat贸 de aferrarse a algo… a cualquier cosa.

Pero entonces la luz cambi贸.

De la grieta surgi贸 una figura familiar, cubierta por una t煤nica brillante, con una calma eterna en el rostro: Albus Dumbledore.

—Noctyra —dijo con suavidad, como quien le habla a un ni帽o extraviado—. El silencio nunca fue tu enemigo… pero tampoco fue tu salvaci贸n.

Noctyra retrocedi贸, at贸nita.

—¿Por qu茅 t煤…? Yo destru铆 todo lo que defend铆as.

—Y aun as铆 —respondi贸 茅l, acerc谩ndose—, sigues siendo parte del mundo que intentaste olvidar.

Los destellos alrededor de Noctyra se intensificaron. A trav茅s de la luz comenzaron a surgir m谩s figuras.

Kael Tharion, imponente como un gigante ca铆do, con su mirada severa, pero sin rencor.

Azel Tharion, su hijo, con una expresi贸n mezcla de tristeza y furia contenida.

Melany, la dulce Melany, con una paz en los ojos que jam谩s tuvo en vida.

Y detr谩s de ellos, todas las almas que hab铆an ca铆do desde la primera apertura del Velo:

aurors, criaturas m谩gicas, miembros de la Orden de Elyn, magos, brujas, guardianes olvidados… Todos envueltos en un fulgor et茅reo que vibraba con una misma voz invisible.

Noctyra se desplom贸 de rodillas.

—No… no puede ser… —jade贸—. Yo los… yo los destru铆. Yo los envi茅 a este lugar. ¿Por qu茅… por qu茅 regresan?

Kael Tharion se adelant贸, su figura enorme proyectando una sombra luminosa.

—Porque la magia del mundo no puede ser silenciada —tron贸 su voz—. Ni siquiera por ti, Noctyra.

Azel alz贸 la mano, su tono era m谩s suave que en vida.

—El silencio que buscabas nunca fue ausencia de sonido… sino ausencia de dolor. Pero no se cura destruyendo lo que queda.

Melany se acerc贸 y extendi贸 una mano et茅rea hacia Noctyra.

—T煤 tambi茅n est谩s hecha de magia. Por eso nunca podr谩s apagarla completamente.

Dumbledore se inclin贸 un poco, mir谩ndola con infinita compasi贸n.

—Querida ni帽a… incluso en la oscuridad m谩s profunda, siempre hay un eco. Y ese eco… es vida.

Noctyra apret贸 los dientes. L谩grimas negras rodaron por sus mejillas.

—Yo solo quer铆a dejar de escuchar… dejar de sentir… Dejar de ser una sombra de todos ustedes.

Frank dio un paso adelante.

No hablaba como guerrero, ni l铆der, ni h茅roe.

Hablaba como alguien que conoce el dolor.

—Y aun as铆… incluso en el silencio… te escuch茅.

Noctyra lo mir贸.

Una chispa de humanidad brill贸 en sus ojos, por primera vez.

La grieta detr谩s de ella rugi贸, absorbi茅ndola m谩s y m谩s. La sombra que la envolv铆a comenz贸 a desfilar hacia el vac铆o luminoso. Los esp铆ritus rodearon el portal, gui谩ndola, no empuj谩ndola.

Dumbledore extendi贸 su mano.

—Es hora de volver a casa.

Noctyra tembl贸.

—¿Casa…? Yo no tengo un hogar.

Melany sonri贸 con calidez.

—Todos los que aman… tienen uno.

La luz la envolvi贸.

Sus 煤ltimas palabras, dirigidas a Frank, llegaron como un susurro quebrado:

—Entonces… incluso en el silencio…

te escuch茅.

Su cuerpo se disolvi贸 en un remolino oscuro, que fue absorbido por completo dentro de la grieta.

Las sombras se plegaron, el portal se contrajo… y con un estallido final, el Velo se cerr贸.

No como un portazo violento.

Sino como un libro que llega a su 煤ltima p谩gina, decidido a no ser abierto jam谩s.

Un viento c谩lido recorri贸 los campos destrozados.

La magia del mundo vibr贸, estabiliz谩ndose por primera vez en a帽os.

Como si la Tierra entera exhalara un suspiro largamente contenido.

Naomi se acerc贸 a Frank, a煤n d茅bil pero sonriente.

—Lo logramos… ¿verdad?

Frank mir贸 el cielo despejado, sintiendo la paz regresar.

—S铆.

El Velo se ha cerrado para siempre.

Newt, cubierto de polvo y plumas de criaturas m谩gicas, se dej贸 caer de bruces al suelo.

—¡Por las barbas de Merl铆n! —exclam贸, riendo entre l谩grimas—. ¡Pens茅 que no lo cont谩bamos!

El silencio —el verdadero silencio— volvi贸 entonces.

No el de Noctyra.

No el forzado.

Sino uno natural, lleno de vida.

Un silencio que permit铆a escuchar todo lo que importaba.

Los latidos.

La respiraci贸n.

La esperanza.

La temporada terminaba donde el mundo renac铆a.

En un silencio que, al fin, ten铆a sentido.


Cap铆tulo 20 – La aurora de Elyn


El amanecer lleg贸 con una suavidad casi sagrada.

Por primera vez en d铆as, Hogwarts no despert贸 con gritos, ni con temblores, ni con sombras que reptaban entre las torres.

Despert贸 con luz.

Una luz dorada, tranquila, tibia, que se desliz贸 por los pasillos de piedra y acarici贸 los ventanales como si el castillo mismo hubiese sobrevivido a una pesadilla demasiado larga. Las estatuas volvieron a sus posiciones originales. Las armaduras, que hab铆an luchado hasta sus 煤ltimas piezas, se enderezaron orgullosas.

Y entonces, como un milagro que el mundo hab铆a olvidado…

Los p谩jaros cantaron.

Primero un murmullo t铆mido. Luego, un coro completo.

El sonido se expandi贸 por los terrenos, baj贸 hacia el Bosque Prohibido, subi贸 hasta los cielos despejados.

Frank cerr贸 los ojos un instante. Aquel canto ten铆a un peso emocional indescriptible:

el sonido que Noctyra hab铆a arrebatado… regresaba.

—Hab铆a olvidado c贸mo sonaba la ma帽ana —murmur贸 Naomi a su lado.

Estaban en la torre m谩s alta, donde el viento ol铆a a roc铆o y futuro.

Brendy apoyaba los brazos en la barandilla, observando el horizonte. Newt estaba sentado en el suelo, libretita en mano, tomando notas fren茅ticamente mientras un peque帽o fwooper se posaba en su hombro, como celebrando el retorno del sonido.

—No puedo creerlo… —dijo Brendy, con una sonrisa cansada, pero real—. Estamos vivos. Todos nosotros.

—No todos —susurr贸 Naomi, aunque sin tristeza amarga. Su voz era serena, como quien honra un recuerdo sin dejar que duela.

Frank coloc贸 una mano en su hombro.

—Pero su sacrificio… nos trajo aqu铆.

El sol termin贸 de asomar.

Una aurora rojiza ba帽贸 los campos, las monta帽as, las ruinas distantes, y con ella se alz贸 un viento c谩lido que removi贸 los cabellos de los cuatro.

Era el amanecer de un nuevo mundo.

El despacho de Flamel

Horas despu茅s, Naomi entr贸 silenciosamente al despacho que hab铆a pertenecido a Nicol谩s Flamel. No hab铆a nadie all铆: s贸lo pergaminos antiguos, frascos con elixires y una calma profunda que impregnaba el aire.

En el centro del escritorio, a煤n intacto, yac铆a el c铆rculo alqu铆mico que ella y Frank hab铆an estudiado durante meses.

Naomi abri贸 su mano.

La Piedra fragmentada brill贸 d茅bilmente. Tres pedazos, con un fulgor tenue… casi un latido.

La mir贸 con una mezcla de nostalgia y gratitud.

—Gracias —susurr贸—. No por tu poder… sino por lo que me ense帽aste.

La coloc贸 con delicadeza en el escritorio, sobre un peque帽o soporte de cristal que Flamel sol铆a usar para sus talismanes experimentales.

No como arma.

No como reliquia.

Sino como s铆mbolo de paz.

—Es mejor as铆 —dijo Frank desde la puerta.

Naomi se gir贸. 脡l sonre铆a suavemente.

—El mundo no necesita m谩s instrumentos de guerra.

—No —coincidi贸 ella—. Necesita memoria. Y amor.

Salieron juntos, dejando el despacho iluminado por la luz del amanecer.

La Piedra fragmentada pareci贸 respirar con la aurora.

La torre m谩s alta – Ep铆logo de los cuatro

Brendy lanz贸 un suspiro exagerado.

—Bueno, ¿y ahora qu茅? ¿Dormir catorce horas? ¿Comer hasta desmayarnos? ¿O salvar al mundo otra vez la pr贸xima semana?

Newt ri贸, guardando su libreta.

—No pronuncies eso tan fuerte. La magia tiene o铆do fino.

Frank apoy贸 las manos en el borde de la torre y contempl贸 el cielo.

Ese cielo que hab铆a sido desgarrado, ensombrecido, silenciado…

y que ahora renac铆a con un azul puro, casi infantil.

Se volvi贸 hacia los otros, su voz firme pero c谩lida.

—Mientras haya una voz que ame…

nunca habr谩 silencio.

Naomi lo mir贸 con una emoci贸n que ninguna palabra podr铆a describir.

Brendy asinti贸.

Newt solt贸 una l谩grima que fingi贸 limpiar con la manga, aunque en realidad se le escaparon varias.

El viento sigui贸 soplando entre ellos. Y por primera vez desde el inicio… no presagiaba tragedia ni batalla.

Sino esperanza.

Unos segundos de silencio…

Y luego se escucha la voz inconfundible, suave y profunda, de Newt Scamander en voz en off.

Voz en off – Newt Scamander

“Donde hubo oscuridad, floreci贸 la esperanza.

Donde hubo silencio… renaci贸 la canci贸n del alma.

Y en el coraz贸n de quienes creen…

el Velo jam谩s volver谩 a cerrarse.”


EP脥LOGO – Tras una semana de aurora


El cielo sobre Londres amanec铆a despejado, como si el mundo m谩gico respirara por primera vez luego de d铆as de silencio y sombras. Una fina brisa recorr铆a la explanada del Ministerio de Magia, llevando consigo la sensaci贸n de que algo nuevo —y profundamente hist贸rico— estaba por ocurrir.

Los emblemas del F茅nix ondeaban junto a los estandartes reci茅n restaurados del Ministerio. La multitud se congregaba alrededor de una plataforma elevada de 贸nix blanco, conjurada especialmente para la ceremonia. Aurors, familias, profesores de Hogwarts, miembros de departamentos que hab铆an sobrevivido… todos se encontraban ah铆, en silencio reverente.

En el centro de la plataforma, radiante y solemne, se encontraba Hermione Granger, la nueva Ministra de Magia, vestida con t煤nicas p煤rpura y oro. Su expresi贸n era una mezcla perfecta de orgullo, agotamiento y esperanza.

A ambos lados, los sobrevivientes de la Orden del F茅nix observaban con firmeza. Y en la parte frontal, como los protagonistas indiscutibles de aquella nueva era, estaban Frank, Naomi, Brendy y Newt Scamander: la Orden de Elyn, reci茅n salida de una guerra que hab铆a cambiado para siempre los cimientos de la magia.

Hermione levant贸 su varita. Un susurro amplificador encant贸 la atm贸sfera.

—Hoy, el mundo m谩gico honra a cuatro valientes —comenz贸 con voz serena—. Cuatro almas que se enfrentaron a lo desconocido, a lo intangible. Cuatro personas que eligieron no rendirse incluso cuando el silencio amenaz贸 con devorarlo todo.

La multitud escuchaba en absoluto respeto.

—Durante generaciones —continu贸 Hermione— hemos hablado de h茅roes… pero los h茅roes de esta era tienen nombres nuevos. La Orden de Elyn ha protegido nuestro mundo con sacrificio, ingenio y un amor por la vida que trasciende cualquier hechizo.

Frank sostuvo la mirada, sintiendo un peso c谩lido en el pecho. Naomi, a su lado, respiraba hondo, a煤n llevando en su interior las cicatrices del Velo. Brendy, con la mano apoyada en el hombro de Newt, miraba discretamente al p煤blico, como quien no termina de creerse que est谩 vivo para presenciar aquello.

Hermione sonri贸 apenas.

—Por su valent铆a… por su sacrificio… y por devolvernos la voz cuando el silencio amenaz贸 con borrar nuestra existencia… el Ministerio de Magia otorga a la Orden de Elyn la m谩s alta condecoraci贸n del mundo m谩gico moderno: La Estrella de la Armon铆a Eterna.

La multitud estall贸 en aplausos.

Ron Weasley, Luna Lovegood, Neville Longbottom, Kingsley Shacklebolt —todos presentes— aplaud铆an con orgullo sincero.

Hermione levant贸 una mano.

—Y para imponer las insignias —continu贸—, solo pod铆a ser 茅l.

Un murmullo recorri贸 la multitud cuando Harry Potter subi贸 a la plataforma. Su presencia irradiaba una autoridad tranquila, marcada por a帽os de batallas y p茅rdidas, pero tambi茅n de sabidur铆a.

Harry se acerc贸 a Frank primero. Con una peque帽a sonrisa ladeada, dijo:

—Gracias por mantener viva una parte del legado de Dumbledore. Esa parte que nunca se rinde.

Coloc贸 la insignia sobre su pecho: un emblema brillante con un f茅nix elev谩ndose sobre un c铆rculo alqu铆mico.

Luego se acerc贸 a Naomi.

—Tu fuerza es distinta a cualquier magia que haya visto —le dijo con suavidad—. Nunca olvides que la luz que llevas no necesita permiso para brillar.

A Brendy le gui帽贸 un ojo.

—Sigue ense帽ando. El mundo necesita m谩s de tu valent铆a y tu humor… aunque t煤 digas que no es humor.

Brendy ri贸, nervioso.

A Newt simplemente lo abraz贸.

—Por ti, por tus criaturas… y por recordarnos siempre que la magia m谩s pura es la que cuida, no la que destruye.

La ceremonia concluy贸 entre aplausos, v铆tores y un cielo lleno de chispas doradas conjuradas. Hermione levant贸 la mano en despedida y descendi贸 de la plataforma junto a los ministros y l铆deres del cuerpo de seguridad.

Pero Harry no se movi贸.

Se qued贸 ah铆, mirando a Frank con un gesto serio.

Luego levant贸 la barbilla, en se帽al de que lo siguiera.

Frank entendi贸.

Naomi, Brendy y Newt intercambiaron miradas. Frank les dijo:

—Los alcanzo en un momento.

Lo sigui贸 por un pasillo lateral del Ministerio, uno que descend铆a hacia las salas m谩s antiguas: corredores con antorchas m谩gicas, esculturas de magos hist贸ricos y puertas que solo respond铆an a altos cargos.

Finalmente llegaron a una habitaci贸n peque帽a, circular, silenciosa. En el centro hab铆a una mesa de piedra con mapas, documentos sellados y un orbe que mostraba fragmentos distorsionados de Hogwarts.

Harry apoy贸 ambas manos en la mesa.

—Frank… —dijo, sin rodeos— lo que viene ahora no podemos enfrentarlo solos.

Frank frunci贸 el ce帽o.

—¿Qu茅 tan grave es?

Harry respir贸 profundo. Sus ojos ten铆an esa mezcla de firmeza y preocupaci贸n que Frank hab铆a visto pocas veces.

—Hogwarts nos est谩 llamando.

Frank parpade贸.

—¿El castillo?

Harry asinti贸 lentamente.

—Se est谩 comportando como si tuviera… miedo. Las paredes cambian. Las escaleras no obedecen. Los retratos se esconden. Y, peor a煤n, el Bosque Prohibido ha comenzado a moverse como si algo hubiese despertado bajo sus ra铆ces.

Abri贸 un pergamino. Era un mapa de Hogwarts, pero con grietas de luz azulada recorriendo el castillo.

—Esto no lo caus贸 Noctyra —dijo Harry—. No es magia oscura. No es un hechizo conocido. Es algo m谩s antiguo. Mucho m谩s antiguo.

Cerr贸 el mapa.

—Frank… la Orden del F茅nix necesita a la Orden de Elyn. Necesitamos su conocimiento del Velo, su experiencia con fuerzas que no siguen reglas humanas. Necesitamos su valent铆a.

Alz贸 la mirada.

—Hogwarts nos est谩 pidiendo ayuda.

Y algo me dice que…

la pr贸xima guerra no ser谩 contra la oscuridad.

Ser谩 contra lo que duerme bajo la luz.

Frank sinti贸 un escalofr铆o recorrerle la espalda.

馃寫Escena Post-Cr茅ditos — “Sombras en Hogwarts”


El reloj de arena del despacho de la directora Minerva McGonagall marcaba un suave tic-tac, fr谩gil, como si incluso 茅l temiera romper el silencio que segu铆a reinando sobre Hogwarts. Fuera, la noche ca铆a sobre el castillo con una quietud inusual, apenas iluminada por la luz de la luna que atravesaba las ventanas g贸ticas.

En el centro del despacho, alrededor de la mesa circular de roble, se encontraban Frank, Naomi, Brendy, Harry Potter y Newt Scamander. La directora McGonagall observaba desde la cabecera, seria y preocupada, como si cada respiraci贸n del castillo fuese un presagio.

Minerva McGonagall:

—Lo que ocurri贸 con Noctyra… no fue el final. Hogwarts lo siente. Yo tambi茅n.

Harry asinti贸 lentamente, con su varita descansando sobre la mesa, como si estuviera lista para levantarse sola en cualquier instante.

Harry Potter:

—El Velo se cerr贸. Pero algo m谩s… algo antiguo… se est谩 moviendo bajo estos muros. Noctyra no actu贸 sola.

—Y si es lo que pienso… necesitaremos m谩s que la Orden del F茅nix para detenerlo.

Brendy cruz贸 los brazos, a煤n herida por las batallas recientes, pero con la ferocidad intacta en sus ojos.

Brendy:

—Lo enfrentaremos, como siempre. Pero necesitamos saber qu茅 es exactamente lo que vuelve a despertar.

Naomi, apoyada sobre la mesa con el c铆rculo de Flamel a su lado, habl贸 con voz firme.

Naomi:

—Los pasillos siguen vibrando. No es oscuridad… es memoria. Algo atrapado en el tiempo del castillo est谩 tratando de respirar otra vez.

Frank intercambi贸 miradas con Harry.

Frank:

—Entonces no es solo magia residual…

—Es otra fuerza. Y quiere salir.

Un trueno lejano retumb贸 sobre las torres de Hogwarts. La directora cerr贸 los ojos, como si pudiera escuchar el latido del castillo.

McGonagall:

—Por eso los he reunido aqu铆. Hogwarts… est谩 pidiendo ayuda.

Newt dio un paso adelante, ajust谩ndose el abrigo, claramente inquieto pero decidido.

Newt:

—Si hablamos de entidades antiguas, o fuerzas vinculadas al alma… conozco a dos personas que podr铆an ayudarnos a entender esto.

—Dos personas de plena confianza.

—Podr铆a traerlos si ustedes—

De pronto, la temperatura baj贸.

Las velas parpadearon…

Y una sombra se movi贸 en la esquina m谩s oscura del despacho.

Todos levantaron sus varitas.

Newt se qued贸 helado.

Una voz firme, tranquila… y familiar… emergi贸 desde la penumbra.

???

—No har谩 falta que nos traigas, Newt.

Frank entrecerr贸 los ojos.

Naomi respir贸 hondo, sintiendo una energ铆a nueva… c谩lida y poderosa.

Dos figuras avanzaron desde la sombra, iluminadas por la luz de la luna que entraba por el ventanal.

La primera era una mujer de ojos determinados, mirada aguda y porte de auror experimentada: Tina Goldstein, con su abrigo negro del MACUSA ondeando suavemente.

La segunda, un hombre alto, imponente, de rostro marcado por las batallas pero con honor en cada gesto: Theseus Scamander, ex-Jefe de Aurores brit谩nicos.

Ambos se detuvieron frente a Newt.

Y con una sonrisa cargada de historia compartida, Tina dijo:

Tina Goldstein:

—Ya estamos aqu铆… Newt.

Theseus a帽adi贸, cruzando los brazos con una mezcla de iron铆a y preocupaci贸n:

Theseus Scamander:

—Y por lo que sentimos en este castillo… llegamos justo a tiempo.

Newt qued贸 mudo.

Frank intercambi贸 miradas con Harry.

Brendy apret贸 la empu帽adura de su varita.

Naomi sinti贸 que el destino acababa de dar un giro.

McGonagall respir贸 profundamente.

McGonagall:

—Bien…

—Entonces, se帽ores Scamander… se帽orita Goldstein…

Se incorpor贸 con solemnidad, su mirada recorriendo a todos los presentes.

McGonagall:

—D铆ganme…

—¿Estamos preparados para lo que viene?

El destino los junto, mostrando a los nueve reunidos bajo la luz tenue, mientras el viento de la noche golpea suavemente las ventanas del despacho…

Un silencio intenso.

Una unidad indestructible.

Un castillo que despierta.

Y una nueva oscuridad esperando.